Periodista, presentadora líder de las tardes, escritora ganadora del Premio Planeta y metralleta verbal. Al terminar la conversación se pregunta por qué ha ido tan rápida. «Porque eres un tornado, Sonsoles», concede el entrevistador intentando reponerse Leer Periodista, presentadora líder de las tardes, escritora ganadora del Premio Planeta y metralleta verbal. Al terminar la conversación se pregunta por qué ha ido tan rápida. «Porque eres un tornado, Sonsoles», concede el entrevistador intentando reponerse Leer
- A mi suegra le hace ilusión que vaya a entrevistarla.
- ¡Me encanta! Amo a tu suegra profundamente y, es más, quiero que lo publiques, que quede constancia. Yo amo a todas las suegras de este país. Con madres y abuelas son mis tres géneros preferidos.
- ‘Y ahora Sonsoles’… ¿y después?
- Ay, no sé. Madre del amor hermoso, qué buena pregunta. Escribí un libro en 2017 que se llamaba Después del amor. Y en origen, y así se presentó al premio Fernando Lara, era Después del amor todo son palabras, que se lo había pedido prestado a Alfonso Guerra. Cuando se retiró preguntamos qué es la política y dijo: «Después de la política, todo son palabras». Entonces yo estaba escribiendo aquello y pensé que me acababa de regalar el título de mi siguiente novela. Ahora acabo de terminar El amor después del amor, un libro maravilloso de Laura Ferrero, y he llegado a la conclusión (y ella creo que también) de que después del amor hay arte. Entonces después de Y ahora, Sonsoles voy a retomar el título de la novela: todo serán palabras.
- ¿Por qué no dejó el título?
- Fue el difunto Fernando Delgado, pobre, que cuando me entregaron el premio me convenció de que lo quitara porque si no la gente se iba a armar un lío en la librería cuando fuera comprarlo.
- Sin salir de los premios, ¿para qué utilizó el dinero del Planeta?
- Para hacer una biblioteca maravillosa en la que trabajo, en la que por fin he encontrado acomodo para los libros que recibí en herencia de mi padre. Está ya llena, me preocupa extraordinariamente. Tendré que buscar más huecos.
- ¿Le haría ilusión ganar algún otro premio?
- Es que nunca me ha hecho ilusión ganar premios, la verdad. Bueno, vamos a ver: no me ha hecho ilusión es horrible. Quiero decir que nunca he trabajado para ganar premios. Los premios hacen mucha ilusión, porque te reconocen de alguna manera. Pero es que no he trabajado para ganar premios, con lo cual ahora no estoy trabajando para ganar otro premio.
«Nunca he trabajado para ganar premios»
- Quienes trabajan en su franja horaria han conseguido imponerse a las plataformas de ‘streaming’. No es fácil.
- Es que la televisión lineal no ha muerto. Está más viva que nunca y tiene muchísimo sentido cuando su programación es en directo. Yo creo muchísimo en la televisión en directo: la tele, la lineal, será en directo o no será. En ese sentido, no había ningún objetivo de ganar a las plataformas o de imponerse a las plataformas. Es más, las plataformas profundizan en la soledad y nosotros trabajamos para los solos y solas de este país.
- Les acompañan.
- Yo creo que saludar a la gente, «hola, buenas tardes», implica un gesto de cercanía y compañía que la plataforma no te da. Acaba la serie y nadie te dice ni adiós, empieza y no te saludan… Solamente te ponen el siguiente episodio, que si te descuidas no te da tiempo ni de ir a mear.
- A mi madre, que nunca le ha gustado el deporte…
- ¿Tú madre no me quiere?
- Mi madre también la quiere, pero mi suegra más. Decía que nunca le ha gustado el deporte, pero recuerdo siempre verla cocinando con Carrusel Deportivo puesto.
- La compañía. En muchos hogares donde no suena ninguna voz durante el día, las nuestras -e incorporo ahí a todos mis compañeros y compañeras y naturalmente a la radio- son voces amigas. Yo recuerdo a mi abuela hablar con la tele. Lástima que ahora no puede hablar conmigo, pero así es. Y nos justifica: yo realmente trabajo para eso. La literatura también se parece, porque, de alguna manera, la voz interior del lector está provocando un efecto compañía muy interesante, la verdad. Muy bonito.
- ¿No hay un día que no le apetezca trabajar?
- Sí, muchos.
- Pero toca.
- Claro, yo soy la primera soldada de mi equipo. No me he puesto mala nunca y toco madera, porque de estas cosas no se puede presumir, porque luego te viene una enfermedad que te arrasa y te retira. Pero hay muchos días. Sobre todo es que las primeras horas de la mañana las dedico a escribir y a leer y me tengo que poner una alarma, porque si no, no me doy cuenta de que me tengo que ir y eso a veces me da mucha rabia. Pero en fin, hay que trabajar. Estamos educados en esa tradición judeocristiana que nos hace esclavos.
- No hay semana en la que no piense si podría dejarlo todo e irme a vivir al monte.
- Bueno, es un sueño recurrente. Cuando empecé a estudiar periodismo y luego a ejercerlo muy jovencita -porque este año se cumplen 25 en este oficio y desde que tuve el primer contrato, descontamos los periodos de prácticas- el sueño recurrente del periodista era la mercería. Ahora es el campo. Bueno, sí. Algún día diremos: «¿Puedo vivir de un podcast?». Y la respuesta será no.
«En los hogares donde no suena ninguna voz durante el día las nuestras son voces amigas y eso nos justifica»
- ¿Hay algo que no haría en el programa?
- Mentir a conciencia.
- ¿Y algo que le gustaría hacer y no puede?
- No tengo ninguna pega. Todo lo contrario: el despliegue de medios en Atresmedia es envidiable. Tanto, que hay veces que no he sabido ni qué hacer con ello. Cuando me dicen que pida es que no sé qué pedir, es tremendo.
- ¿Nada, entonces?
- Un minuto de Cultura. Yo llevo peleando por un minuto de Cultura desde que empecé. Pero al final te das cuenta de que en 180 minutos, que es lo que tenemos, puedes colocar muchos mensajes que no necesariamente van identificados como cultura.
- ¿Le da miedo la responsabilidad que conlleva ser líder de opinión?
- Eres consciente de la responsabilidad que tienen tus opiniones, entonces yo lo que intento, en la medida de lo posible, es huir de la polarización periodística que existe. Básicamente porque mi formación es parlamentaria. En el Congreso se escucha de todo, a favor y en contra, y acabas llegando a la conclusión de que nadie tiene razón absoluta ni la verdad. Tengo cuidado con lo que digo y prefiero no ser tan líder de opinión y mantener un perfil más bajo en algunos asuntos. Soy taxativa contra la violencia de género, por ejemplo, soy taxativa contra la violencia vicaria, contra algunos postulados que no requieren ni dudar, pero poco más. Si no me hacen caso ni mis hijos.
- ¿Cómo lleva la lucha por las audiencias? ¿Es mejor luchar por ser el primero o ser el tercero, no aspirar, y no tener que preocuparse?
- …
- Anoto que asiente profusamente.
- [Ríe] Indudablemente, mantener el liderato -que es una palabra que tampoco te creas que me emociona- genera mucha más presión y tensión que ser segundo o tercero. Pero hemos venido aquí a no defraudar: a mis jefes y a los espectadores, naturalmente. A no defraudar en general, que es una de las sensaciones más terribles contra las que lucho cada mañana. No defraudarás. Es terrible, es un mandamiento.
- ¿A quién le hubiese gustado tener de tertuliano?
- No sé. La verdad es que estoy muy bien surtida. [Aparece una persona con flores] ¿Serán para mí? Ah, pues sí van a mi mesa; qué bien, me encantan las flores.
- ¿Le mandan muchas?
- Muchas. Bueno, me manda muchas mi novio, básicamente. Pero bueno, aquí [Atresmedia] también mandan. Me encantan las flores y además he descubierto una cosa maravillosa que es secarlas. Es todo un arte: no seca igual una hortensia de mayo que una de octubre. La buena es la de octubre, de hecho. Mira, me podría dedicar a eso. Después de Y ahora Sonsoles, la botánica.
- ¿Entonces no se le ocurre un tertuliano que le hubiese gustado tener?
- La verdad es que no, porque es que va a ser un jardín. Mira, volvemos a la botánica.
- ¿Cómo ha vivido el cierre de ‘La familia de la tele’?
- En la tele dicen que funciona un proyecto de cada 10. No lo sé. Lo hemos observado con atención, lo hemos seguido con interés y hemos asistido a su fin con la pena que provoca el fin de cualquier proyecto. Esto es así y me da igual si estamos hablando de Televisión Española, de La fábrica de la tele o de La familia de la tele. Detrás de cada programa hay compañeros y en cada compañero seguro que tienes un amigo, un conocido o alguien al que le expresas la tristeza de que los proyectos se acaben.
- Están terminando la serie de ‘Las hijas de la criada’. ¿Va a ser de esas personas que dicen que la serie es peor que el libro?
- No, yo lo he dicho al revés: que la serie es mejor que el libro. Y José Creuheras [presidente del Grupo Planeta] la primera vez que me lo oyó me dijo: «Como vuelvas a decir eso te enteras». [Ríe] Pero es para poner en valor el trabajo extraordinario que han hecho los guionistas de Buendía Estudios. Es una pasada. Es que el guion es una forma distinta de escribir y han solucionado muchas tramas de una manera distinta a la de la novela y ha sido muy interesante observar eso desde fuera. Y con ojos bastante limpios, porque no me he metido en nada. Es curioso que la resolución de una de las tramas coincide con la trama de mi nueva novela y me quedé loca. Al final hemos decidido dejarlo, porque sería en cualquier caso un autoplagio o un metaplagio.
- ¿Le molesta que hayan resuelto algo así?
- ¡No me molesta, me da envidia! ¿Por qué no se me ocurriría a mí resolver la trama de Catalina así? Me da envidia y aprendo mucho. Es una cosa compleja de explicar, supongo que no tiene explicación: todo lo que es complejo de explicar es que no tiene explicación. Todo lo que no se puede explicar es corrupción también.
- ¿Descansa en algún momento?
- Mi forma de salvarme son esas horas de la mañana que dedico en silencio a la literatura, tanto leyendo como escribiendo.
- ¿Y en verano tampoco? ¿No hay 10 minutos del día que pare?
- Sí, el tiempo con mis hijos. Leer, escribir y hacer tele expulsa a la familia. Leer expulsa, porque no puedes leer en compañía de hijos ni puedes escribir con nadie. Entonces cuando estoy con ellos es cuando dejo de. Pero luego saco tiempo. El verano es muy largo.
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