En el saco de las ideas más locas y disparatadas de Pantomima Full (Rober Bodegas y Alberto Casado) desde hace tiempo estaba la de hacer una serie o una película. Fue Álex de la Iglesia y Carolina Bang los que levantaron el teléfono para convertirlo en realidad. Se llama Entrepeneurs y es Pantomima Full de principio a fin Leer En el saco de las ideas más locas y disparatadas de Pantomima Full (Rober Bodegas y Alberto Casado) desde hace tiempo estaba la de hacer una serie o una película. Fue Álex de la Iglesia y Carolina Bang los que levantaron el teléfono para convertirlo en realidad. Se llama Entrepeneurs y es Pantomima Full de principio a fin Leer
Haga memoria. Recuerde el último día que llegó al trabajo y no se encontró a un jefe vestido tipo Steve Jobs, intentando repartir ánimos a modo coach de terapia grupal, y tomando decisiones sobre la mayor tontería del mundo, como si la solución que ha encontrado fuera a acabar con el hambre en el mundo. Difícil, ¿verdad? Entrepeneurs, la primera serie de Pantomima Full (Rober Bodegas y Alberto Casado) representa precisamente esto: lo «gilipollas» que pueden llegar a ser los jefes o lo «gilipollas» que pueden llegar a ser los que les aguantan.
A Bodegas y a Casado todos les conocemos como Pantomima Full. Son el dúo particularmente cómico que ha conseguido que nos ríamos de nosotros mismos, aunque la caricatura que estén haciendo de nosotros sea lo más grotesca que se ha visto, que nos hemos visto. En sus vídeos en redes sociales se han reído de casi todo y de casi todos. Pero los vídeos se les estaban empezando a quedar pequeños. El saco de ideas de estos dos cómicos estaba y está lleno. ¿Una película? ¿Una serie? Y entonces llamó a su puerta Álex de la Iglesia y Carolina Bang. Rebuscaron en el baúl y lo que más les gustó fue precisamente Entrepeneurs. «A ellos también fue lo que más les gustó. Después se la vendieron a Disney+ y aquí estamos -la serie llega este jueves a la plataforma-. Era una cosa que siempre habíamos buscado, pero teníamos que tener a alguien que nos respaldara y quien mejor que ellos», aseguran Bodegas y Casado.
Entrepreneurs cuenta la historia de Gonzalo (Rober Bodegas), hijo de un famoso empresario hostelero que se ha dedicado a seguir los pasos de su padre montando bares de copas financiados por él. Sí, el hijo de un millonario, viviendo del dinero de su padre.
Ahora su padre se ha cansado de pagarle los negocios a su hijo y, como última oportunidad, le ha cedido un local para que monte algo que no sea otro afterwork en el que pasar el día con sus amigos. Falto de ideas, Gonzalo acude a unas conferencias de emprendimiento y queda prendado del «humo» que vende Jacobo, un autoproclamado gurú entrepreneur (Alberto Casado), con quien se asocia para crear un coworking para emprendedores.
Para evitar que el negocio sea un fracaso más de Gonzalo, su padre obliga a su otra hija, Julia, (Aura Garrido) a vigilar y asegurarse de que el negocio de su hermano sea mínimamente rentable. El coworking está lleno de freelance con «nuevas profesiones», ninguno ha buscado trabajo nunca, todos han salido de su zona de confort y están en este mundo para dejar su huella. Spoiler: ninguno lo consigue.
- ¿Qué es un Entrepeneur?
- Una manera aún más asquerosa de decir emprendedor. Y por si fuera poco, para tener un poco más de superioridad moral y dar un poco más de rabia en lugar de decir «emprendedor» lo llamó «entrepeneur·.
El perfil de Jacobo y de Gonzalo en la serie es clarísimo: el primero representa a los llamados «vende humos» que dicen de todo y no dicen nada, pero que debido a su carisma y su presencia convencen a quien necesita ser convencido. Gonzalo es el hijo de papá, el que no ha dado un palo al agua en su vida, el que ha vivido de las rentas y que se cree por encima del común de los mortales simplemente porque tiene dinero. Es un Peter Pan en toda regla. Para él, el trabajo es divertirse, disfrutar y vivir la vida loca. Y, en medio, la hermana responsable, la que tiene que abandonar todo su futuro para sacar adelante el proyecto imposible de su hermano. Parece irreal, pero como Rober Bodegas y Alberto Casado han vivido en primera persona la convivencia con los llamados gurús.
Los dos han trabajado mucho en la tele -sus primeros trabajos fueron como guionistas de importantes programas- y no tienen reparo en desvelar que no había día en que no se encontraran con un entrepeneur. «De repente hay una reunión porque las colchonetas son verdes y no rojas en un programa donde va a salir un saltimbanqui. Esa es la crisis del día. Así que estamos muy acostumbrados a estar rodeados de gente que cobra mucho por imbecilidades«, cuenta Bodegas, a lo que Casado añade: «Gente que al final va a echar el día. Un jefe que se lee tus cinco chistes muy serio y muy serio te dice: ‘Hay que darle una vuelta’. ¿Qué vuelta le vas a dar a un chiste sobre un tío que se cae de una silla?«.
Entrevistarles es no parar de reír, pues para cada pregunta hay una caricatura de nosotros mismos, tal y como ocurre en la serie, que les sale de manera inconsciente. Sin embargo, hasta ellos mismos se sorprenden con lo que descubren cuando observan lo que nos rodea, pues la realidad supera, y con creces, sus caricaturas. «La serie pide una temporada más», claman entre risas y mirando con el rabillo del ojo a los responsables de Disney+. «Es que gente como ésta es real y ya van por delante de lo que se ve en la serie. Están mucho más flipados de lo que contamos en Entrepeneurs«, asegura Casado. «La vida todo el rato te propone gilipolleces mayores», interrumpe Bodegas. «Intentas representar algo, pero ya hay alguien que te ha superado porque es más cretino de lo que tú puedas imaginar», sentencia.
- ¿Somos tan gilipollas como parecemos?
- No todos, pero hay mucho gilipollas (ríen). Eso sí, creo que en las ciudades somos muchos y hay que inventarse cosas para mantenernos ocupados, pero en la realidad en esos edificios de cristal que vemos por todas partes nadie trabaja. Es una farsa que nos hemos inventado.
«Si paseamos a las doce de la mañana de un martes por la Plaza de Cibeles o vamos a un bar de copas en el barrio de Salamanca te encuentras a Gonzalos por todas partes»
Rober Bodegas
Para Pantomima Full, el Jacobo y el Gonzalo de su serie llenan el mundo. Los llaman «expertos leves», aquellos que te explican en un minuto el conflicto en Oriente Medio, «cuando es imposible explicarlo en un minuto». «Si paseamos a las doce de la mañana de un martes por la Plaza de Cibeles o vamos a un bar de copas en el barrio de Salamanca te encuentras a Gonzalos por todas partes», afirma Bodegas. «Los Jacobos están en los reels«, añade Casado. No quieren personificar. Líos los justos.
Lo curioso es que el gran talento de Pantomima Full no está en hacernos reír, que también, sino en hacer que nos ríamos de nosotros mismos sin que nos duela. En un tiempo en el que cada vez es más difícil que cualquier cosa no nos enfade, que dos cómicos se rían de todos nosotros y acabemos riéndonos con ellos es casi un milagro. «No sé cómo explicarlo», dice Casado, el cual llama a esta extraña simbiosis, «un pacto secreto», donde «todos tenemos que contarle una trola al otro, y el otro va a hacer que se la cree».
«Si nos riéramos más de nosotros mismos nos iría mejor. Es imposible verlo de otra manera», asegura Bodegas. Al gallego, que llegó a Madrid para ser arquitecto y acabó siendo uno de los mejores guionistas de entretenimiento hasta que se cruzó en su camino su media naranja, le «pone triste» que la gente no se ría. «Siempre es recurrente que cuando las cosas van mal se tire de humor, pero es que cuando van bient, también hay que reírse», dice.
Todo esto explica por qué para Pantomima Full, a diferencia de otros humoristas, no hay límites a la hora de hacer comedia. Ese es su talento, acercarse demasiado a la línea roja y hacerlo tan bien que parezca que no se ha cruzado. «Me gusta que los cómicos se la jueguen con temas que podría tener un límite, pero de los que sacan una buena broma con la que alguien se ríe. Es la cuota de riesgo del oficio. Cuando el humor impacta y se cataloga de fresco o de nuevo es porque tocaste teclas que no se han tocado. ¿Puedes meter la pata? Sí, pero eso es lo guay, porque si no, nos quedamos con la tarta en la cara y no crecemos. Que el espectador sienta culpa cuando se ríe de algo, me gusta porque demuestra que le has pillado con la guardia baja. Es decir, ‘aquí estoy, con esta risa, expresando mis miserias como ser humano«. Spoiler: Entrepeneurs las muestra.
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