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  Internacional  Munir Nuseibah: «Israel está asentado sobre una ideología de supremacismo y trata a los palestinos como infrahumanos”
Internacional

Munir Nuseibah: «Israel está asentado sobre una ideología de supremacismo y trata a los palestinos como infrahumanos”

julio 5, 2025
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«El Ejército israelí ha invadido varias veces nuestra universidad y atacado a estudiantes y profesores», denuncia el abogado y profesor de la única universidad del mundo situada junto a un muro de segregación
Francesca Albanese: “El genocidio israelí en Gaza no se para porque es lucrativo, hay gente haciendo dinero con ello”

Munir Nuseibah, jurista palestino de Jerusalén, nació y creció bajo la ocupación ilegal israelí. Recuerda haber tomado conciencia de ello a muy temprana edad, a los cinco años, cuando soldados israelíes arrojaron gas lacrimógeno en las inmediaciones de su colegio, en Jerusalén Este.

Estudió Derecho en la Universidad de Al Quds, en Jerusalén, donde es profesor actualmente. También trabaja como abogado especializado en derechos humanos y en derecho internacional. Además, dirige la Clínica de Derechos Humanos y el Centro de Acción Comunitaria de Al Quds y tiene un doctorado por la Universidad de Westminster de Londres.

Como muchos otros abogados, subraya la incompatibilidad de las leyes israelíes con la ley internacional. “El sistema legal israelí permite la ocupación ilegal y la segregación”, explica en conversación con elDiario.es en Madrid, por donde ha pasado unos días para participar en varias conferencias.

¿Cómo es ser profesor universitario enseñando derecho internacional mientras el Ejército israelí, que opera donde usted vive e imparte clases, viola ese derecho internacional?

Difícil y muy frustrante. Mis propios estudiantes me lo suelen decir: “Eso no se aplica para nosotros”. Tengo estudiantes que faltan a clase por culpa del bloqueo de carreteras y el cierre de ciudades palestinas por el Ejército israelí en Cisjordania; sufren la violencia cotidiana de los soldados, a veces son agredidos en su camino a la universidad, o a la vuelta. Pierden clases y exámenes.

El Ejército israelí ha invadido varias veces nuestro campus, la última vez hace solo unas semanas: agredieron a varios estudiantes y profesores, lanzaron gas lacrimógeno, etc. Así que enseño a mis estudiantes derechos humanos y derecho internacional mientras sé que no se aplica para nosotros y que no está salvando vidas. Espero que esto cambie.

Hay gente torturada, desplazada, sin hogar, que ha perdido a su familia, a sus hijos. Se habla de los muertos, pero no del dolor de los supervivientes que se despiertan cada día con trauma, con un shock que en Gaza no pueden atender porque tienen que buscar agua, comida, medicinas…Todo esto es un profundo hachazo en la comunidad palestina.

Nuestros estudiantes tienen que sortear bloqueos y violencia del Ejército israelí en su camino a la universidad cada día

¿Recuerda en qué momento entendió que vivía bajo una ocupación?

Sí. Nací en 1981. En 1987 comenzó la Primera Intifada, las protestas de la gente contra asesinatos de personas palestinas y contra la ocupación israelí. Recuerdo que tenía unos cinco años cuando el Ejército de Israel arrojó gas lacrimógeno, estábamos en clase y mi profesora rompió a llorar, de pena, de tristeza. A esa edad tu profesora es un símbolo, la autoridad, la protección. Todos lloramos ese día en el aula.

Así tomé conciencia de la ocupación. Durante la Primera Intifada el Ejército israelí ocupaba las calles, nos golpeaban, no podíamos llevar nada en nuestra mochila, porque si te paraban y veían una bandera palestina eras castigado. Mis padres me enseñaron a no correr por la calle: si lo haces, los soldados te persiguen, agreden o arrestan. “Pase lo que pase, camina lentamente”, me decían. Es algo que sigo haciendo hoy en día.

¿Creció en Jerusalén?

Sí, pero visitábamos Gaza, la familia de mi madre es de allí. A veces no podíamos viajar. La realidad era muy diferente allí. En Cisjordania los toques de queda eran solo para la noche, en Gaza eranlas 24 horas. Si decretaban toque de queda pasábamos días encerrados en la casa de mis abuelos en la Franja, una casa preciosa que ahora ha sido destruida por las bombas israelíes.

Varias ciudades palestinas de Cisjordania están rodeadas por vallas o muros, el Ejército israelí cierra la puerta y nadie puede entrar ni salir, la gente a veces queda enjaulada

¿Cómo fue su vida universitaria?

Cuando entré en la escuela nos tiraban gas. Cuando entré en la universidad comenzó la Segunda Intifada, y el Ejército israelí disparaba balas.

Antes de iniciar mis estudios universitarios me tomé un año para estudiar hebreo en una escuela para judíos que venían de otros países. Allí conocí a gente australiana, por ejemplo, que llegaba para servir en el Ejército israelí porque creía que Palestina era su tierra. “¿Por qué venís a formar parte de un Ejército que ocupa nuestra tierra?”, les preguntaba.

En el año 2000 comencé Derecho en la Universidad de Al Quds, en Abu Dis, en el área de Jerusalén. Pocas semanas después del inicio de mi primer curso clausuraron las clases durante tres meses. Cuando se reanudaron yo iba en bicicleta, pero tenía compañeros que venían de Cisjordania y no siempre podían acceder, tenían que sortear los controles militares, algunos llegaban con barro en las rodillas porque se arrastraban por los campos, tenían que escalar montañas, a veces tardaban dos o tres días en llegar.

Las cosas fueron empeorando. Primero colocaron bloques de piedra en el camino que yo hacía diariamente para llegar a la universidad. Eran de dos metros, solía saltarlos, con la bici a cuestas. Después construyeron un muro más alto, pero dejando huecos por los que podías pasar y, finalmente, cerraron todos esos espacios, levantando el llamado muro de la vergüenza, de ocho metros de altura y setecientos kilómetros, que dejó el campus universitario separado de Jerusalén, hasta hoy.

La ley israelí de 2018 establece que solo las personas judías tienen derecho a la autodeterminación en esta tierra

¿Qué recuerda de aquellos años?

En 2002 el Ejército israelí invadió varias ciudades palestinas en Cisjordania: Ramala, Belén, Nablus, Jenin, etc. Cerraron la universidad de nuevo, así que me ofrecí como traductor para organizaciones como Amnistía Internacional, para documentar crímenes de guerra. Pude tomar pruebas de la destrucción, coches totalmente arrasados por los tanques, emisoras de radio destruidas, testimonios de testigos de asesinatos.

Recuerdo la historia de una familia en Jenin, refugiada en su casa, tenían que reptar para que los francotiradores israelíes no les disparasen. Un día el hombre se levantó un instante y lo dispararon en el acto. Llamaron a una ambulancia, pero los militares israelíes impidieron su paso, así que el cadáver permaneció con ellos nueve días, pudriéndose, delante de sus hijos pequeños.

Hubo muchos casos similares. Lo que se vive en Gaza es mucho peor, pero es importante conocer qué ocurre en Cisjordania, porque es terrible y continúa. Hay más de 40.000 personas desplazadas en Cisjordania en los últimos meses. Mis alumnos no pueden llegar todos los días a clase.

El jurista y profesor universitario palestino, Munir Nuseibah, durante la entrevista con elDiario.es

¿Cómo explicaría a un europeo que no conoce Cisjordania qué es ser palestino en Jerusalén Este o en Cisjordania?

Israel es un Estado asentado sobre una ideología de supremacismo. Se considera a sí mismo un Estado judío. En su ley constitucional hay un apartado, adoptado en 2018, que establece que solo las personas judías tienen derecho a la autodeterminación en esta tierra. El Estado israelí tiene el objetivo de asentar judíos en este territorio, en detrimento de los palestinos. En realidad no es un objetivo reciente, desde 1948 ha sido un Estado judío, su propia declaración de independencia lo denomina así. La razón por la que nos tratan así es porque no somos judíos y porque somos la población indígena de la tierra.

Israel es una estructura colonial. Para mantener su dominación, no trata a los palestinos como humanos, las leyes establecen diferencias entre un judío y un no judío, ya sea en Israel o en las áreas en la que Israel asume su soberanía, lo que incluye todo el territorio conquistado en 1948, así como Jerusalén Este -ocupado en 1967- y los Altos del Golán sirios, ocupados también en 1967. Y, además, están los territorios ocupados palestinos de Cisjordania y Gaza. Israel mantiene la supremacía judía en todas estas zonas.

La mayor parte de los países, incluido España, no han asumido sus obligaciones ante la ocupación ilegal israelí de Palestina

Hay áreas construidas para facilitar esa ocupación ilegal…

Los asentamientos, los controles militares, el muro, las carreteras. No se permite la entrada de palestinos en las colonias de Cisjordania, en pleno territorio palestino. Las carreteras están diseñadas para facilitar los movimientos de los colonos y para dificultar los desplazamientos de la población palestina, que está enjaulada al otro lado de los muros y de las vallas.

De hecho, en varias ciudades palestinas han instalado puertas en los muros o las verjas, el Ejército israelí cierra la puerta y nadie puede entrar ni salir, incluso en una ciudad turística como Jericó. Y nadie se atreve a abrir esa puerta hasta que los militares lo hagan, porque si te acercas te pueden disparar.

El profesor y abogado Munir Nuseibah, con la relatora de la ONU, Francesca Albanese, en una charla en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, hace unos días

¿De qué otros modos avanza la ocupación ilegal y el proyecto colonial en Jerusalén Este y Cisjordania?

Israel ha aprobado recientemente una de las mayores expansiones, con 22 nuevos asentamientos. El Ejército israelí destruye casas palestinas, contribuye a aplastar nuestra economía, las colonias se apropian de los recursos naturales de Cisjordania, del agua.

Las políticas estatales israelíes se centran en cómo modificar la demografía, para convertir zonas palestinas en áreas de mayoría judía, con más población judía y menos palestina. La ley israelí es un instrumento criminal en sí mismo, claramente contraria y opuesta al derecho internacional.

En Jerusalén Este el gobierno municipal israelí ordena la demolición de viviendas para favorecer la anexión, declaran una zona de interés turístico o bíblico para expulsar a familias palestinas. En el área de Silwan ocurre esto, por ejemplo.

No es verdad que las sanciones a Israel solo puedan aplicarse o decidirse por la UE, cada Estado puede suspender relaciones y establecer sanciones

¿En qué parte de Jerusalén nació usted?

En Sheikh Jarrah, un barrio donde hemos sido testigos del proceso de colonización, donde están forzando a la gente a irse de sus casas, es un proceso de desposesión. Si nada cambia, dentro de unos años será un lugar totalmente diferente. Están invitando a instalarse allí a colonos muy ultraderechistas, extremistas, algunos son violentos, llevamos años sufriéndolo.

Mi barrio está cambiando rápidamente, es cada vez más peligroso para la gente palestina, pero parece que a nadie le importa nuestras vidas. Aunque quizá, quién sabe, podamos parar esta locura.

Además de impartir clases en la universidad, usted también ejerce como abogado.

Así es. Y es otra parte frustante. Porque la ley internacional está clara, las órdenes cautelares y dictámentes de la Corte Internacional de Justicia de La Haya están bien definidos, los tratados y convenciones internacionales son claros y, sin embargo, la mayoría de los países siguen ignorándolos.

Por ejemplo, el Gobierno de un país como España dice cosas que no han dicho muchos gobiernos europeos, pero a la vez compra a empresas armamentísticas de Israel o ha permitido el tránsito de armamento para Israel a través de sus puertos. Ha condenado crímenes israelíes, pero esas palabras no van acompañadas de acción, de medidas específicas y, de hecho, España mantiene sus compras de material militar a Israel, armamento usado sobre la gente palestina, publicitado como “probado en combate”.

El dictamen de la Corte de La Haya indica que las naciones tienen la obligación de forzar a Israel a poner fin a la ocupación y la segregación israelí, pero los países lo incumplen

El dictamen de la Corte Internacional de Justicia de julio de 2024 pide a los países impedir relaciones comerciales que contribuyan a la ocupación ilegal israelí.

Así es. Pero los países no lo están cumpliendo. España emplea mejores palabras que otros sobre el genocidio contra Palestina, pero éstas no se corresponden con sus acciones. Hay diferencia entre lo que España dice y lo que España hace en relación con Palestina.

Admitir que hay un genocidio y, aún así, mantener relaciones comerciales y las compras de armamento, es algo que muestra que estás preparado para sacrificar tu propia coherencia, tu integridad. Hay preguntas legítimas: ¿Por qué en 2024 y parte de 2025 siguieron firmándose contratos para la compra de material a empresas armamentísticas de Israel? Son productos que se pueden comprar en otro lugar. ¿Por qué no se han cancelado esos contratos?

Son cuestiones que aumentan la complicidad española. Por supuesto que las palabras son importantes, pero no son suficientes. Sin acciones que apoyen esas palabras el genocidio continuará.

Si los Estados solo se limitan a las palabras y no actúan, el genocidio israelí contra Palestina seguirá

Uno de los rasgos de la historia de Israel es el elevado grado de impunidad del que goza

Nunca ha habido rendición de cuentas. Por eso sigue cometiéndolos, cada vez con más intensidad. El Gobierno israelí anunció que iba a evitar comida, agua y medicinas para la población de Gaza. Y así lo hizo, sin ocultarlo, porque sabe que no pasa factura.

Los mandatarios israelíes creen que gozarán de esa impunidad para siempre. Si los gobiernos europeos siguen manteniendo relaciones comerciales, si siguen permitiendo el tránsito por sus puertos de armamento para Israel, si siguen adquiriendo material militar israelí, si continúa el comercio con empresas que participan en la ocupación ilegal, el genocidio seguirá, porque el mensaje que se está transmitiendo es que puede hacerlo.

Como estoy en España estos días, analicemos el caso de este país. Hay interesantes declaraciones. Pero es como si España estuviera diciendo a Israel algo así como “perdonad por las palabras que tenemos que decir ante los medios, pero no estableceremos sanciones ni cortaremos relaciones comerciales, continuaremos trabajando con vosotros”. Esto contribuye a la continuación de los crímenes.

O defendemos Palestina y, por tanto, el derecho internacional, o la humanidad irá a más oscuridad

La Corte Internacional de Justicia también ha declarado la ilegalidad de la ocupación israelí y menciona la segregación en los territorios ocupados palestinos…

La Corte indica que el apartheid debe terminar, que la ocupación tiene que terminar, señala que los países no deben ayudar a Israel ni contribuir a esa ocupación. Es decir, las naciones tienen la obligación de forzar a Israel a poner fin a la ocupación, la segregación y las matanzas. ¿Están cumpliendo? No.

Actualmente hay un caso importante en la Corte de La Haya: Nicaragua contra Alemania. Se menciona poco, pero es importante porque se centra en la contribución alemana a los crímenes israelíes, recuerda a todos los países del mundo que pueden estar actuando como cómplices de crímenes de Israel.

Y, de hecho, los países, incluidos algunos considerados amigos de Palestina, como España o Irlanda, no han asumido sus obligaciones ante la ocupación ilegal israelí. No quieren entender qué significa renunciar a ser cómplices de los crímenes de Israel.

Munir Nuseibah, con una integrante de la Red Española de Solidaridad Contra la Ocupación de Palestina (RESCOP)

Hay naciones de la Unión Europea que mantienen comercio con empresas de los asentamientos ilegales de Cisjordania. Recientemente se ha sabido que España sigue permitiendo tránsitos y transbordos de productos civiles procedentes de estos asentamientos…

Así es, son productos procedentes de colonias de Cisjordania, de los Altos del Golán, de Jerusalén Este. Esto incumple el dictamen de la Corte Internacional de Justicia, que señala que los países deben impedir estas relaciones comerciales que contribuyen a la ocupación ilegal. Tribunales españoles o europeos podrían determinar que, efectivamente, estamos ante un incumplimiento.

La UE mantiene su Acuerdo comercial de Asociación con Israel, pese a que Israel incumple su artículo 2, que exige respeto a los derechos humanos. Hay naciones integrantes de la UE que dicen que no pueden incumplir ese tratato, lo cual demuestra ignorancia o falta de voluntad. Cualquier jurista sabe que, por encima de estos acuerdos, está el derecho internacional y las normas imperativas, ius cogens. Esto está por encima de otras leyes, pero se está ignorando.

La guerra contra Palestina es también una guerra contra los derechos humanos, contra el derecho internacional y contra las instituciones que lo defienden

Los Estados tiene capacidad de decisión…

Pueden decidir por sí mismos sanciones a Israel, por ejemplo. No es verdad que estas cuestiones solo pueden aplicarse o decidirse por la UE, cada Estado tiene margen de maniobra. Cada país de la Unión Europea es responsable de sus acciones. España es un Estado soberano y, como tal, puede adoptar sanciones a Israel para no contribuir al genocidio.

El genocidio israelí en Gaza está ampliando los márgenes de la impunidad. ¿Qué pasará si el derecho internacional sigue siendo ignorando? ¿Qué mundo tendremos, qué dinámicas se están instalando ya?

Vemos que la Corte Penal Internacional ha recibido sanciones de EEUU por haber emitido órdenes de arresto contra el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. Esto es el mundo al revés, un Estado castigando a un tribunal porque no le gusta lo que decide.

EEUU no es integrante de la Corte Penal Internacional pero actúa contra ella, quiere usarla solo para sus intereses. El mensaje que deja es que ni Israel ni sus aliados pueden ser investigados o juzgados. Vimos cómo Hungría, integrante de la UE, recibió este año a Netanyahu, pese a la orden de arresto contra él. ¿Qué hicieron los demás países de la UE? Nada.

Y sabemos que el Parlamento israelí ha impulsado una ley que establece sanciones contra la Corte de La Haya y castiga a personas que faciliten información a este tribunal internacional, especialmente si son palestinas.

Hay acciones muy preocupantes contra el derecho internacional…

Asistimos a una agresión coordinada contra la ley internacional y contra las instituciones diseñadas para aplicarla y para garantizar justicia frente a la impunidad. Esto ocurre porque la justicia internacional ha intentado hacer su labor y empieza a investigar los crímenes de los aliados occidentales.

No hay solo una guerra contra el pueblo palestino, hay también una lucha contra el sistema del derecho internacional. Éste ha sido lento, de doble rasero, pero empieza a actuar tras años de mirar hacia otro lado. Y recibe respuesta. Por eso Palestina representa un punto de inflexión. Hoy en día, defender el derecho internacional implica defender los derechos del pueblo palestino.

Si Trump y sus aliados ganan, desmantelarán las Cortes de La Haya y cambiarán por completo el sistema, intentarán acabar con el derecho internacional. Si no lo logran, tendremos la oportunidad de desarrollar más justicia. Todo esto atraviesa el presente y el futuro de Palestina.

¿De qué modo?

Hay países que lo han entendido y se han organizado, fundando el llamado Grupo de La Haya, por ejemplo, para proteger la aplicación del derecho internacional ante Israel. O las naciones entienden esto, o iremos a una oscuridad mayor, en una huida hacia delante que perjudicará notablemente los intereses de todos los pueblos.

Defender Palestina es defender el derecho internacional. Estamos ante una prueba para la humanidad. «El Ejército israelí ha invadido varias veces nuestra universidad y atacado a estudiantes y profesores», denuncia el abogado y profesor de la única universidad del mundo situada junto a un muro de segregación
Francesca Albanese: “El genocidio israelí en Gaza no se para porque es lucrativo, hay gente haciendo dinero con ello”

Munir Nuseibah, jurista palestino de Jerusalén, nació y creció bajo la ocupación ilegal israelí. Recuerda haber tomado conciencia de ello a muy temprana edad, a los cinco años, cuando soldados israelíes arrojaron gas lacrimógeno en las inmediaciones de su colegio, en Jerusalén Este.

Estudió Derecho en la Universidad de Al Quds, en Jerusalén, donde es profesor actualmente. También trabaja como abogado especializado en derechos humanos y en derecho internacional. Además, dirige la Clínica de Derechos Humanos y el Centro de Acción Comunitaria de Al Quds y tiene un doctorado por la Universidad de Westminster de Londres.

Como muchos otros abogados, subraya la incompatibilidad de las leyes israelíes con la ley internacional. “El sistema legal israelí permite la ocupación ilegal y la segregación”, explica en conversación con elDiario.es en Madrid, por donde ha pasado unos días para participar en varias conferencias.

¿Cómo es ser profesor universitario enseñando derecho internacional mientras el Ejército israelí, que opera donde usted vive e imparte clases, viola ese derecho internacional?

Difícil y muy frustrante. Mis propios estudiantes me lo suelen decir: “Eso no se aplica para nosotros”. Tengo estudiantes que faltan a clase por culpa del bloqueo de carreteras y el cierre de ciudades palestinas por el Ejército israelí en Cisjordania; sufren la violencia cotidiana de los soldados, a veces son agredidos en su camino a la universidad, o a la vuelta. Pierden clases y exámenes.

El Ejército israelí ha invadido varias veces nuestro campus, la última vez hace solo unas semanas: agredieron a varios estudiantes y profesores, lanzaron gas lacrimógeno, etc. Así que enseño a mis estudiantes derechos humanos y derecho internacional mientras sé que no se aplica para nosotros y que no está salvando vidas. Espero que esto cambie.

Hay gente torturada, desplazada, sin hogar, que ha perdido a su familia, a sus hijos. Se habla de los muertos, pero no del dolor de los supervivientes que se despiertan cada día con trauma, con un shock que en Gaza no pueden atender porque tienen que buscar agua, comida, medicinas…Todo esto es un profundo hachazo en la comunidad palestina.

Nuestros estudiantes tienen que sortear bloqueos y violencia del Ejército israelí en su camino a la universidad cada día

¿Recuerda en qué momento entendió que vivía bajo una ocupación?

Sí. Nací en 1981. En 1987 comenzó la Primera Intifada, las protestas de la gente contra asesinatos de personas palestinas y contra la ocupación israelí. Recuerdo que tenía unos cinco años cuando el Ejército de Israel arrojó gas lacrimógeno, estábamos en clase y mi profesora rompió a llorar, de pena, de tristeza. A esa edad tu profesora es un símbolo, la autoridad, la protección. Todos lloramos ese día en el aula.

Así tomé conciencia de la ocupación. Durante la Primera Intifada el Ejército israelí ocupaba las calles, nos golpeaban, no podíamos llevar nada en nuestra mochila, porque si te paraban y veían una bandera palestina eras castigado. Mis padres me enseñaron a no correr por la calle: si lo haces, los soldados te persiguen, agreden o arrestan. “Pase lo que pase, camina lentamente”, me decían. Es algo que sigo haciendo hoy en día.

¿Creció en Jerusalén?

Sí, pero visitábamos Gaza, la familia de mi madre es de allí. A veces no podíamos viajar. La realidad era muy diferente allí. En Cisjordania los toques de queda eran solo para la noche, en Gaza eranlas 24 horas. Si decretaban toque de queda pasábamos días encerrados en la casa de mis abuelos en la Franja, una casa preciosa que ahora ha sido destruida por las bombas israelíes.

Varias ciudades palestinas de Cisjordania están rodeadas por vallas o muros, el Ejército israelí cierra la puerta y nadie puede entrar ni salir, la gente a veces queda enjaulada

¿Cómo fue su vida universitaria?

Cuando entré en la escuela nos tiraban gas. Cuando entré en la universidad comenzó la Segunda Intifada, y el Ejército israelí disparaba balas.

Antes de iniciar mis estudios universitarios me tomé un año para estudiar hebreo en una escuela para judíos que venían de otros países. Allí conocí a gente australiana, por ejemplo, que llegaba para servir en el Ejército israelí porque creía que Palestina era su tierra. “¿Por qué venís a formar parte de un Ejército que ocupa nuestra tierra?”, les preguntaba.

En el año 2000 comencé Derecho en la Universidad de Al Quds, en Abu Dis, en el área de Jerusalén. Pocas semanas después del inicio de mi primer curso clausuraron las clases durante tres meses. Cuando se reanudaron yo iba en bicicleta, pero tenía compañeros que venían de Cisjordania y no siempre podían acceder, tenían que sortear los controles militares, algunos llegaban con barro en las rodillas porque se arrastraban por los campos, tenían que escalar montañas, a veces tardaban dos o tres días en llegar.

Las cosas fueron empeorando. Primero colocaron bloques de piedra en el camino que yo hacía diariamente para llegar a la universidad. Eran de dos metros, solía saltarlos, con la bici a cuestas. Después construyeron un muro más alto, pero dejando huecos por los que podías pasar y, finalmente, cerraron todos esos espacios, levantando el llamado muro de la vergüenza, de ocho metros de altura y setecientos kilómetros, que dejó el campus universitario separado de Jerusalén, hasta hoy.

La ley israelí de 2018 establece que solo las personas judías tienen derecho a la autodeterminación en esta tierra

¿Qué recuerda de aquellos años?

En 2002 el Ejército israelí invadió varias ciudades palestinas en Cisjordania: Ramala, Belén, Nablus, Jenin, etc. Cerraron la universidad de nuevo, así que me ofrecí como traductor para organizaciones como Amnistía Internacional, para documentar crímenes de guerra. Pude tomar pruebas de la destrucción, coches totalmente arrasados por los tanques, emisoras de radio destruidas, testimonios de testigos de asesinatos.

Recuerdo la historia de una familia en Jenin, refugiada en su casa, tenían que reptar para que los francotiradores israelíes no les disparasen. Un día el hombre se levantó un instante y lo dispararon en el acto. Llamaron a una ambulancia, pero los militares israelíes impidieron su paso, así que el cadáver permaneció con ellos nueve días, pudriéndose, delante de sus hijos pequeños.

Hubo muchos casos similares. Lo que se vive en Gaza es mucho peor, pero es importante conocer qué ocurre en Cisjordania, porque es terrible y continúa. Hay más de 40.000 personas desplazadas en Cisjordania en los últimos meses. Mis alumnos no pueden llegar todos los días a clase.

El jurista y profesor universitario palestino, Munir Nuseibah, durante la entrevista con elDiario.es

¿Cómo explicaría a un europeo que no conoce Cisjordania qué es ser palestino en Jerusalén Este o en Cisjordania?

Israel es un Estado asentado sobre una ideología de supremacismo. Se considera a sí mismo un Estado judío. En su ley constitucional hay un apartado, adoptado en 2018, que establece que solo las personas judías tienen derecho a la autodeterminación en esta tierra. El Estado israelí tiene el objetivo de asentar judíos en este territorio, en detrimento de los palestinos. En realidad no es un objetivo reciente, desde 1948 ha sido un Estado judío, su propia declaración de independencia lo denomina así. La razón por la que nos tratan así es porque no somos judíos y porque somos la población indígena de la tierra.

Israel es una estructura colonial. Para mantener su dominación, no trata a los palestinos como humanos, las leyes establecen diferencias entre un judío y un no judío, ya sea en Israel o en las áreas en la que Israel asume su soberanía, lo que incluye todo el territorio conquistado en 1948, así como Jerusalén Este -ocupado en 1967- y los Altos del Golán sirios, ocupados también en 1967. Y, además, están los territorios ocupados palestinos de Cisjordania y Gaza. Israel mantiene la supremacía judía en todas estas zonas.

La mayor parte de los países, incluido España, no han asumido sus obligaciones ante la ocupación ilegal israelí de Palestina

Hay áreas construidas para facilitar esa ocupación ilegal…

Los asentamientos, los controles militares, el muro, las carreteras. No se permite la entrada de palestinos en las colonias de Cisjordania, en pleno territorio palestino. Las carreteras están diseñadas para facilitar los movimientos de los colonos y para dificultar los desplazamientos de la población palestina, que está enjaulada al otro lado de los muros y de las vallas.

De hecho, en varias ciudades palestinas han instalado puertas en los muros o las verjas, el Ejército israelí cierra la puerta y nadie puede entrar ni salir, incluso en una ciudad turística como Jericó. Y nadie se atreve a abrir esa puerta hasta que los militares lo hagan, porque si te acercas te pueden disparar.

El profesor y abogado Munir Nuseibah, con la relatora de la ONU, Francesca Albanese, en una charla en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, hace unos días

¿De qué otros modos avanza la ocupación ilegal y el proyecto colonial en Jerusalén Este y Cisjordania?

Israel ha aprobado recientemente una de las mayores expansiones, con 22 nuevos asentamientos. El Ejército israelí destruye casas palestinas, contribuye a aplastar nuestra economía, las colonias se apropian de los recursos naturales de Cisjordania, del agua.

Las políticas estatales israelíes se centran en cómo modificar la demografía, para convertir zonas palestinas en áreas de mayoría judía, con más población judía y menos palestina. La ley israelí es un instrumento criminal en sí mismo, claramente contraria y opuesta al derecho internacional.

En Jerusalén Este el gobierno municipal israelí ordena la demolición de viviendas para favorecer la anexión, declaran una zona de interés turístico o bíblico para expulsar a familias palestinas. En el área de Silwan ocurre esto, por ejemplo.

No es verdad que las sanciones a Israel solo puedan aplicarse o decidirse por la UE, cada Estado puede suspender relaciones y establecer sanciones

¿En qué parte de Jerusalén nació usted?

En Sheikh Jarrah, un barrio donde hemos sido testigos del proceso de colonización, donde están forzando a la gente a irse de sus casas, es un proceso de desposesión. Si nada cambia, dentro de unos años será un lugar totalmente diferente. Están invitando a instalarse allí a colonos muy ultraderechistas, extremistas, algunos son violentos, llevamos años sufriéndolo.

Mi barrio está cambiando rápidamente, es cada vez más peligroso para la gente palestina, pero parece que a nadie le importa nuestras vidas. Aunque quizá, quién sabe, podamos parar esta locura.

Además de impartir clases en la universidad, usted también ejerce como abogado.

Así es. Y es otra parte frustante. Porque la ley internacional está clara, las órdenes cautelares y dictámentes de la Corte Internacional de Justicia de La Haya están bien definidos, los tratados y convenciones internacionales son claros y, sin embargo, la mayoría de los países siguen ignorándolos.

Por ejemplo, el Gobierno de un país como España dice cosas que no han dicho muchos gobiernos europeos, pero a la vez compra a empresas armamentísticas de Israel o ha permitido el tránsito de armamento para Israel a través de sus puertos. Ha condenado crímenes israelíes, pero esas palabras no van acompañadas de acción, de medidas específicas y, de hecho, España mantiene sus compras de material militar a Israel, armamento usado sobre la gente palestina, publicitado como “probado en combate”.

El dictamen de la Corte de La Haya indica que las naciones tienen la obligación de forzar a Israel a poner fin a la ocupación y la segregación israelí, pero los países lo incumplen

El dictamen de la Corte Internacional de Justicia de julio de 2024 pide a los países impedir relaciones comerciales que contribuyan a la ocupación ilegal israelí.

Así es. Pero los países no lo están cumpliendo. España emplea mejores palabras que otros sobre el genocidio contra Palestina, pero éstas no se corresponden con sus acciones. Hay diferencia entre lo que España dice y lo que España hace en relación con Palestina.

Admitir que hay un genocidio y, aún así, mantener relaciones comerciales y las compras de armamento, es algo que muestra que estás preparado para sacrificar tu propia coherencia, tu integridad. Hay preguntas legítimas: ¿Por qué en 2024 y parte de 2025 siguieron firmándose contratos para la compra de material a empresas armamentísticas de Israel? Son productos que se pueden comprar en otro lugar. ¿Por qué no se han cancelado esos contratos?

Son cuestiones que aumentan la complicidad española. Por supuesto que las palabras son importantes, pero no son suficientes. Sin acciones que apoyen esas palabras el genocidio continuará.

Si los Estados solo se limitan a las palabras y no actúan, el genocidio israelí contra Palestina seguirá

Uno de los rasgos de la historia de Israel es el elevado grado de impunidad del que goza

Nunca ha habido rendición de cuentas. Por eso sigue cometiéndolos, cada vez con más intensidad. El Gobierno israelí anunció que iba a evitar comida, agua y medicinas para la población de Gaza. Y así lo hizo, sin ocultarlo, porque sabe que no pasa factura.

Los mandatarios israelíes creen que gozarán de esa impunidad para siempre. Si los gobiernos europeos siguen manteniendo relaciones comerciales, si siguen permitiendo el tránsito por sus puertos de armamento para Israel, si siguen adquiriendo material militar israelí, si continúa el comercio con empresas que participan en la ocupación ilegal, el genocidio seguirá, porque el mensaje que se está transmitiendo es que puede hacerlo.

Como estoy en España estos días, analicemos el caso de este país. Hay interesantes declaraciones. Pero es como si España estuviera diciendo a Israel algo así como “perdonad por las palabras que tenemos que decir ante los medios, pero no estableceremos sanciones ni cortaremos relaciones comerciales, continuaremos trabajando con vosotros”. Esto contribuye a la continuación de los crímenes.

O defendemos Palestina y, por tanto, el derecho internacional, o la humanidad irá a más oscuridad

La Corte Internacional de Justicia también ha declarado la ilegalidad de la ocupación israelí y menciona la segregación en los territorios ocupados palestinos…

La Corte indica que el apartheid debe terminar, que la ocupación tiene que terminar, señala que los países no deben ayudar a Israel ni contribuir a esa ocupación. Es decir, las naciones tienen la obligación de forzar a Israel a poner fin a la ocupación, la segregación y las matanzas. ¿Están cumpliendo? No.

Actualmente hay un caso importante en la Corte de La Haya: Nicaragua contra Alemania. Se menciona poco, pero es importante porque se centra en la contribución alemana a los crímenes israelíes, recuerda a todos los países del mundo que pueden estar actuando como cómplices de crímenes de Israel.

Y, de hecho, los países, incluidos algunos considerados amigos de Palestina, como España o Irlanda, no han asumido sus obligaciones ante la ocupación ilegal israelí. No quieren entender qué significa renunciar a ser cómplices de los crímenes de Israel.

Munir Nuseibah, con una integrante de la Red Española de Solidaridad Contra la Ocupación de Palestina (RESCOP)

Hay naciones de la Unión Europea que mantienen comercio con empresas de los asentamientos ilegales de Cisjordania. Recientemente se ha sabido que España sigue permitiendo tránsitos y transbordos de productos civiles procedentes de estos asentamientos…

Así es, son productos procedentes de colonias de Cisjordania, de los Altos del Golán, de Jerusalén Este. Esto incumple el dictamen de la Corte Internacional de Justicia, que señala que los países deben impedir estas relaciones comerciales que contribuyen a la ocupación ilegal. Tribunales españoles o europeos podrían determinar que, efectivamente, estamos ante un incumplimiento.

La UE mantiene su Acuerdo comercial de Asociación con Israel, pese a que Israel incumple su artículo 2, que exige respeto a los derechos humanos. Hay naciones integrantes de la UE que dicen que no pueden incumplir ese tratato, lo cual demuestra ignorancia o falta de voluntad. Cualquier jurista sabe que, por encima de estos acuerdos, está el derecho internacional y las normas imperativas, ius cogens. Esto está por encima de otras leyes, pero se está ignorando.

La guerra contra Palestina es también una guerra contra los derechos humanos, contra el derecho internacional y contra las instituciones que lo defienden

Los Estados tiene capacidad de decisión…

Pueden decidir por sí mismos sanciones a Israel, por ejemplo. No es verdad que estas cuestiones solo pueden aplicarse o decidirse por la UE, cada Estado tiene margen de maniobra. Cada país de la Unión Europea es responsable de sus acciones. España es un Estado soberano y, como tal, puede adoptar sanciones a Israel para no contribuir al genocidio.

El genocidio israelí en Gaza está ampliando los márgenes de la impunidad. ¿Qué pasará si el derecho internacional sigue siendo ignorando? ¿Qué mundo tendremos, qué dinámicas se están instalando ya?

Vemos que la Corte Penal Internacional ha recibido sanciones de EEUU por haber emitido órdenes de arresto contra el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. Esto es el mundo al revés, un Estado castigando a un tribunal porque no le gusta lo que decide.

EEUU no es integrante de la Corte Penal Internacional pero actúa contra ella, quiere usarla solo para sus intereses. El mensaje que deja es que ni Israel ni sus aliados pueden ser investigados o juzgados. Vimos cómo Hungría, integrante de la UE, recibió este año a Netanyahu, pese a la orden de arresto contra él. ¿Qué hicieron los demás países de la UE? Nada.

Y sabemos que el Parlamento israelí ha impulsado una ley que establece sanciones contra la Corte de La Haya y castiga a personas que faciliten información a este tribunal internacional, especialmente si son palestinas.

Hay acciones muy preocupantes contra el derecho internacional…

Asistimos a una agresión coordinada contra la ley internacional y contra las instituciones diseñadas para aplicarla y para garantizar justicia frente a la impunidad. Esto ocurre porque la justicia internacional ha intentado hacer su labor y empieza a investigar los crímenes de los aliados occidentales.

No hay solo una guerra contra el pueblo palestino, hay también una lucha contra el sistema del derecho internacional. Éste ha sido lento, de doble rasero, pero empieza a actuar tras años de mirar hacia otro lado. Y recibe respuesta. Por eso Palestina representa un punto de inflexión. Hoy en día, defender el derecho internacional implica defender los derechos del pueblo palestino.

Si Trump y sus aliados ganan, desmantelarán las Cortes de La Haya y cambiarán por completo el sistema, intentarán acabar con el derecho internacional. Si no lo logran, tendremos la oportunidad de desarrollar más justicia. Todo esto atraviesa el presente y el futuro de Palestina.

¿De qué modo?

Hay países que lo han entendido y se han organizado, fundando el llamado Grupo de La Haya, por ejemplo, para proteger la aplicación del derecho internacional ante Israel. O las naciones entienden esto, o iremos a una oscuridad mayor, en una huida hacia delante que perjudicará notablemente los intereses de todos los pueblos.

Defender Palestina es defender el derecho internacional. Estamos ante una prueba para la humanidad.  

Munir Nuseibah, jurista palestino de Jerusalén, nació y creció bajo la ocupación ilegal israelí. Recuerda haber tomado conciencia de ello a muy temprana edad, a los cinco años, cuando soldados israelíes arrojaron gas lacrimógeno en las inmediaciones de su colegio, en Jerusalén Este.

Estas son las empresas señaladas en el informe de la relatora de la ONU por colaborar con la ocupación de Israel

Estas son las empresas señaladas en el informe de la relatora de la ONU por colaborar con la ocupación de Israel


Estudió Derecho en la Universidad de Al Quds, en Jerusalén, donde es profesor actualmente. También trabaja como abogado especializado en derechos humanos y en derecho internacional. Además, dirige la Clínica de Derechos Humanos y el Centro de Acción Comunitaria de Al Quds y tiene un doctorado por la Universidad de Westminster de Londres.

Como muchos otros abogados, subraya la incompatibilidad de las leyes israelíes con la ley internacional. “El sistema legal israelí permite la ocupación ilegal y la segregación”, explica en conversación con elDiario.es en Madrid, por donde ha pasado unos días para participar en varias conferencias.

¿Cómo es ser profesor universitario enseñando derecho internacional mientras el Ejército israelí, que opera donde usted vive e imparte clases, viola ese derecho internacional?

Difícil y muy frustrante. Mis propios estudiantes me lo suelen decir: “Eso no se aplica para nosotros”. No se refieren solo al genocidio en Gaza, también a Cisjordania, a Jerusalén Este, a la situación que viven mis alumnas y alumnos. Tengo estudiantes que faltan a clase por culpa del bloqueo de carreteras y el cierre de ciudades palestinas por el Ejército israelí en Cisjordania; sufren la violencia cotidiana de los soldados, a veces son agredidos en su camino a la universidad, o a la vuelta. Pierden clases y exámenes.

El Ejército israelí ha invadido varias veces nuestra universidad, la última vez pasó hace solo unas semanas: agredieron a varios estudiantes y profesores, lanzaron gas lacrimógeno, etc. Así que enseño a mis estudiantes derechos humanos y derecho internacional mientras sé que no se aplica para nosotros y que no está salvando vidas. Espero que esto cambie.

Hay gente torturada, desplazada, sin hogar, que ha perdido a su familia, a sus hijos. Se habla de los muertos, pero no del dolor de los supervivientes que se despiertan cada día con trauma, con un shock que no pueden atender porque tienen que buscar agua, comida, medicinas…Todo esto es un profundo hachazo en la comunidad palestina.

Nuestros estudiantes tienen que sortear bloqueos y violencia del Ejército israelí en su camino a la universidad cada día

¿Recuerda en qué momento entendió que vivía bajo una ocupación?

Sí. Nací en 1981. En 1987 comenzó la Primera Intifada, las protestas de la gente contra asesinatos de personas palestinas y contra la ocupación israelí. Recuerdo que tenía unos cinco años cuando el Ejército de Israel arrojó gas lacrimógeno, estábamos en clase y mi profesora rompió a llorar, de pena, de tristeza. A esa edad tu profesora es un símbolo, la autoridad, la protección. Todos lloramos ese día en el aula.

Así tomé conciencia de la ocupación. Durante la Primera Intifada el Ejército israelí ocupaba las calles, nos golpeaban, no podíamos llevar nada en nuestra mochila, porque si te paraban y veían una bandera palestina eras castigado. Mis padres me enseñaron a no correr por la calle: si lo haces, los soldados te persiguen, agreden o arrestan. “Pase lo que pase, camina lentamente”, me decían. Es algo que sigo haciendo hoy en día.

¿Creció en Jerusalén?

Sí, pero visitábamos Gaza, la familia de mi madre es de allí. A veces no podíamos viajar. La realidad era muy diferente en la Franja. En Cisjordania los toques de queda eran solo para la noche, en Gaza eran día y noche. Si nos tocaba un toque de queda pasábamos días encerrados en la casa de mis abuelos en la Franja, una casa preciosa que ahora ha sido destruida por las bombas israelíes.

Algunos compañeros de clase llegaban con barro en las rodillas: se arrastraban por el campo y subían montañas para esquivar los controles militares, a veces tardaban 2 días en llegar

¿Cómo fue su vida universitaria?

Cuando entré en la escuela nos tiraban gas. Cuando entré en la universidad comenzó la Segunda Intifada, y el Ejército israelí disparaba balas.

Antes de iniciar mis estudios universitarios me tomé un año para estudiar hebreo en una escuela para judíos que venían de otros países. Allí conocí a gente australiana, por ejemplo, que llegaba para servir en el Ejército israelí porque creía que Palestina era su tierra. “¿Por qué venís a formar parte de un Ejército que ocupa nuestra tierra?”, les preguntaba.

En el año 2000 comencé Derecho en la Universidad de Al Quds, en Abu Dis, en el área de Jerusalén. Pocas semanas después del inicio de mi primer curso clausuraron las clases durante tres meses. Cuando se reanudaron yo iba en bicicleta, pero tenía compañeros que venían de Cisjordania y no siempre podían acceder, tenían que sortear los controles militares, algunos llegaban con barro en las rodillas porque se arrastraban por los campos, tenían que escalar montañas, a veces tardaban dos o tres días en llegar.

Las cosas fueron empeorando. Primero colocaron bloques de piedra en el camino que yo hacía diariamente para llegar a la universidad. Eran de dos metros, solía saltarlos, con la bici a cuestas. Después construyeron un muro más alto, pero dejando huecos por los que podías pasar y, finalmente, cerraron todos esos espacios, levantando el llamado muro de la vergüenza, de ocho metros de altura y setecientos kilómetros, que ha dejado el campus universitario separado de Jerusalén.

La ley israelí de 2018 establece que solo las personas judías tienen derecho a la autodeterminación en esta tierra

¿Qué recuerda de aquellos años?

En 2002 el Ejército israelí invadió varias ciudades palestinas en Cisjordania: Ramala, Belén, Nablus, Jenin, etc. Cerraron la universidad un tiempo, así que me ofrecí como traductor voluntario para organizaciones como Amnistía Internacional, para documentar crímenes de guerra. Pude tomar pruebas de la destrucción, coches totalmente arrasados por los tanques, emisoras de radio destruidas, testimonios de personas testigos de asesinatos.

Recuerdo la historia de una familia en Jenin, refugiada en su casa, tenían que reptar para que los francotiradores israelíes no les disparasen. Un día el hombre se levantó un instante y lo dispararon en el acto. Llamaron a una ambulancia, pero los militares israelíes impidieron su paso, así que el cadáver permaneció con ellos nueve días, pudriéndose, delante de sus hijos pequeños.

Hubo muchos casos similares. Lo que se vive en Gaza es mucho peor, pero es importante conocer qué ocurre en Cisjordania, porque es terrible y continúa. Hay más de 40.000 personas desplazadas aquí en los últimos meses. Mis alumnos no pueden llegar todos los días a clase.

¿Cómo explicaría a un europeo que no conoce Cisjordania qué es ser palestino en Jerusalén Este o en Cisjordania?

Israel es un Estado asentado sobre una ideología de supremacismo. Se considera a sí mismo un Estado judío. En su ley constitucional hay un apartado, adoptado en 2018, que establece que solo las personas judías tienen derecho a la autodeterminación en esta tierra. El Estado israelí tiene el objetivo de asentar judíos en este territorio. En realidad no es un objetivo reciente, desde 1948 ha sido un Estado judío, su propia declaración de independencia lo denomina así. La razón por la que nos tratan así es porque no somos judíos y porque somos la población indígena de la tierra.

Israel es una estructura colonial. Para mantener su dominación, no trata a los palestinos como humanos, las leyes establecen diferencias entre un judío y un no judío, ya sea en Israel o en las áreas en la que Israel asume su soberanía, lo que incluye todo el territorio conquistado en 1948, así como Jerusalén Este -ocupado en 1967- y los Altos del Golán sirios, ocupados también en 1967. Y, además, los territorios ocupados palestinos de Cisjordania y Gaza. Israel mantiene la supremacía judía en todas estas zonas.

Las políticas y leyes de Israel buscan modificar la demografía para convertir zonas palestinas en áreas de mayoría judía

Hay áreas construidas para facilitar esa ocupación ilegal…

Los asentamientos, los controles militares, el muro, las carreteras. No se permite la entrada de palestinos en las colonias de Cisjordania, en pleno territorio palestino. Las carreteras están diseñadas para facilitar los movimientos de los colonos y para dificultar los desplazamientos de la población palestina, que está enjaulada al otro lado de los muros y de las vallas.

De hecho, en varias ciudades palestinas han instalado puertas en los muros o las verjas, un soldado israelí cierra la puerta y nadie puede entrar ni salir, incluso en una ciudad turística como Jericó. Y nadie se atreve a abrir esa puerta hasta que los militares lo hagan, porque si te acercas te pueden disparar.

¿De qué otros modos avanza la ocupación ilegal y el proyecto colonial en Jerusalén Este y Cisjordania?

Israel ha aprobado recientemente una de las mayores expansiones, con 22 nuevos asentamientos. El Ejército israelí destruye casas palestinas, contribuye a aplastar nuestra economía, las colonias se apropian de los recursos naturales de Cisjordania.

Las políticas estatales israelíes se centran en cómo modificar la demografía, para convertir zonas palestinas en áreas de mayoría judía, con más población judía y menos palestina. La ley israelí es un instrumento criminal en sí mismo, claramente contraria y opuesta al derecho internacional.

En Jerusalén Este el gobierno municipal israelí ordena la demolición de viviendas para favorecer la anexión, declaran una zona de interés turístico o bíblico para expulsar a familias palestinas, establecen que áreas determinadas deben dejar de ser residenciales. En Silwan ocurre esto, por ejemplo.

Varias ciudades palestinas de Cisjordania están rodeadas por vallas o muros, un soldado israelí cierra la puerta y nadie puede entrar ni salir, la gente a veces queda enjaulada

¿En qué parte de Jerusalén nació usted?

En Sheikh Jarrah, un barrio donde hemos sido testigos del proceso de colonización, donde están forzando a la gente a irse de sus casas, es un proceso de desposesión. Si nada cambia, dentro de unos años será un lugar totalmente diferente. Están invitando a instalarse allí a colonos muy ultraderechistas, extremistas, algunos son violentos, llevamos años sufriéndolo.

Mi barrio está cambiando rápidamente, es cada vez más peligroso para la gente palestina, pero parece que a nadie le importa nuestras vidas. Aunque quizá, quién sabe, podamos parar esta locura.

Además de impartir clases en la universidad, usted también ejerce como abogado.

Así es. Y es otra parte frustante. Porque la ley internacional está clara, las órdenes cautelares y dictámentes de la Corte Internacional de Justicia de La Haya están bien definidos, los tratados y convenciones internacionales son claros y, sin embargo, la mayoría de los países siguen ignorándolos.

Por ejemplo, el Gobierno de un país como España dice cosas que no han dicho muchos gobiernos europeos, pero a la vez compra a empresas armamentísticas de Israel o ha permitido el tránsito de armamento para Israel a través de sus puertos. Ha condenado crímenes israelíes, pero esas palabras no van acompañadas de acción, de medidas específicas y, de hecho, España compra material militar a Israel, armamento usado sobre la gente palestina.

La mayor parte de los países, incluido España, no han asumido sus obligaciones ante la ocupación ilegal israelí de Palestina

El dictamen de la Corte Internacional de Justicia de julio de 2024, por ejemplo, pide a los países impedir relaciones comerciales que contribuyan a la ocupación ilegal israelí.

Así es. Pero los países no lo están cumpliendo. España emplea mejores palabras que otros sobre el genocidio contra Palestina, pero no se corresponden con sus acciones: sigue comprando armamento a Israel, usado sobre la gente palestina, y así se publicita: “probado en combate”. Hay una gran diferencia entre lo que España dice y lo que España hace en relación con Palestina.

Admitir que hay un genocidio y, aún así, mantener relaciones comerciales y las compras de armamento, es algo que muestra que estás preparado para sacrificar tu propia coherencia, tu integridad. Hay preguntas legítimas: ¿Por qué en 2024 y parte de 2025 siguieron cerrándose o adjudicándose contratos para la compra de material a empresas armamentísticas de Israel? Son productos que se pueden comprar en otro lugar. ¿Por qué no se han cancelado esos contratos?

Son cuestiones que aumentan la complicidad española. Por supuesto que las palabras son importantes, pero no son suficientes. Sin acciones que apoyen esas palabras el genocidio continuará.

Si los Estados solo se limitan a las palabras y no actúan, el genocidio israelí contra Palestina seguirá

Uno de los rasgos de la historia de Israel es el elevado grado de impunidad del que goza

Nunca ha habido rendición de cuentas. Se han criticado algunos de sus crímenes, en el mejor de los casos. Por eso sigue cometiéndolos, cada vez con más intensidad. El Gobierno israelí anunció que iba a evitar comida, agua y medicinas para la población de Gaza. Y así lo hizo, sin ocultarlo, porque sabe que no pasa factura.

Los mandatarios israelíes creen que gozarán de esa impunidad para siempre. Si los gobiernos europeos siguen manteniendo relaciones comerciales, si siguen permitiendo el tránsito por sus puertos de armamento para Israel, si siguen adquiriendo material militar israelí, si continúa el comercio con empresas que participan en la ocupación ilegal, el genocidio seguirá, porque el mensaje que se está transmitiendo es que puede hacerlo.

Es como si España estuviera diciendo a Israel algo así como “perdonad por las palabras que tenemos que decir ante los medios, pero no estableceremos sanciones ni cortaremos relaciones comerciales, continuaremos trabajando con vosotros”. Esto contribuye a la continuación de los crímenes.

O defendemos Palestina y, por tanto, el derecho internacional, o la humanidad irá a más oscuridad

La Corte Internacional de Justicia también ha declarado la ilegalidad de la ocupación israelí y menciona la segregación en los territorios ocupados palestinos

Indica que el apartheid debe terminar, que la ocupación tiene que terminar, señala que los países no deben ayudar a Israel ni contribuir a esa ocupación. Es decir, las naciones tienen la obligación de forzar a Israel a poner fin a la ocupación, la segregación y las matanzas. ¿Están cumpliendo? No.

¿Qué está haciendo España, por ejemplo? Actualmente hay un caso importante en la Corte de La Haya: Nicaragua contra Alemania. Se menciona poco, pero es importante porque se centra en la contribución alemana a los crímenes israelíes, recuerda a todos los países del mundo que pueden estar actuando como cómplices de crímenes de Israel.

Y, de hecho, los países, incluidos algunos considerados amigos de Palestina, como España o Irlanda, no han asumido sus obligaciones ante la ocupación ilegal israelí. No quieren entender qué significa renunciar a ser cómplices de los crímenes de Israel.

Hay naciones de la Unión Europea mantienen comercio con empresas de los asentamientos ilegales de Cisjordania. Recientemente se ha sabido que España sigue permitiendo tránsitos y transbordos de productos civiles procedentes de estos asentamientos…

Así es, son productos procedentes de colonias de Cisjordania, de los Altos del Golán, de Jerusalén Este. Esto incumple el dictamen de la Corte Internacional de Justicia, que señala que los países deben impedir estas relaciones comerciales que contribuyen a la ocupación ilegal. Tribunales españoles o europeos podrían determinar que, efectivamente, estamos ante un incumplimiento.

La UE mantiene su Acuerdo comercial de Asociación con Israel, pese a que Israel incumple su artículo 2, que exige respeto a los derechos humanos. Hay naciones integrantes de la UE dicen que no pueden incumplir ese tratato, lo cual demuestra ignorancia o falta de voluntad. Cualquier jurista sabe que, por encima de estos acuerdos, está el derecho internacional y las normas imperativas, ius cogens. Esto está por encima de otras leyes, pero se está ignorando.

La guerra contra Palestina es también una guerra contra los derechos humanos, contra el derecho internacional y las instituciones que lo defienden

Los Estados tiene capacidad de decisión sobre muchos asuntos…

Pueden decidir por sí mismos sanciones a Israel, por ejemplo. No es verdad que estas cuestiones solo pueden aplicarse o decidirse por la UE, cada Estado tiene margen de maniobra. Cada país de la Unión Europea es responsable de sus acciones. Si España es un Estado soberano, puede adoptar sanciones a Israel para no contribuir al genocidio.

El genocidio israelí en Gaza está ampliando los márgenes de la impunidad. ¿Qué pasará si el derecho internacional sigue siendo ignorando? ¿Qué mundo tendremos, qué dinámicas se están instalando ya?

Vemos que la Corte Penal Internacional ha recibido sanciones de EEUU por haber emitido órdenes de arresto contra el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu. Esto es el mundo al revés, un Estado castigando a un tribunal porque no le gusta lo que decide.

EEUU no es integrante de la Corte Penal Internacional pero actúa contra ella, quiere usarla solo para sus intereses. El mensaje que deja es que ni Israel ni sus aliados pueden ser investigados o juzgados. Vimos cómo Hungría, integrante de la UE, recibió este año a Netanyahu, pese a la orden de arresto contra él. ¿Qué hicieron los demás países de la UE? Nada.

Y sabemos que el Parlamento israelí ha impulsado una ley que establece sanciones contra la Corte de La Haya y castiga a personas que faciliten información a este tribunal internacional, especialmente si son palestinas.

Hay acciones muy preocupantes contra el derecho internacional..

Asistimos a una agresión coordinada contra la ley internacional y contra las instituciones diseñadas para aplicarla y para garantizar justicia frente a la impunidad. Esto ocurre porque la justicia internacional ha intentado hacer su labor y empieza a investigar los crímenes de los aliados occidentales.

No hay solo una guerra contra el pueblo palestino, hay también una lucha contra el sistema del derecho internacional. Éste ha sido lento, de doble rasero, pero empieza a actuar tras años de mirar hacia otro lado. Y recibe respuesta. Por eso Palestina representa un punto de inflexión. Hoy en día, defender el derecho internacional implica defender los derechos del pueblo palestino.

Si Trump y sus aliados ganan, desmantelarán las Cortes de La Haya y cambiarán por completo el sistema, intentarán acabar con el derecho internacional. Si no lo logran, tendremos la oportunidad de desarrollar más justicia. Todo esto atraviesa el presente y el futuro de Palestina.

¿De qué modo?

Hay países que lo han entendido y se han organizado, fundando el llamado Grupo de La Haya, por ejemplo, para proteger la aplicación del derecho internacional ante Israel. O las naciones entienden esto, o iremos a una oscuridad mayor, en una huida hacia delante que perjudicará notablemente los intereses de todos los pueblos.

Francesca Albanese: “El genocidio israelí en Gaza no se para porque es lucrativo, hay gente haciendo dinero con ello”

Francesca Albanese: "El genocidio israelí en Gaza no se para porque es lucrativo, hay gente haciendo dinero con ello”


Defender Palestina es defender el derecho internacional. Estamos ante una prueba para la humanidad.

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