Las actrices se conocieron tomando un café antes de rodar ‘La piel que habito’ de Almodóvar y, años más tarde, rodaron juntas ‘Petra’ de Jaime Rosales, el último papel protagonista de la artista fallecidaMuere la actriz Marisa Paredes a los 78 años
Cinco películas para recordar a Marisa Paredes, de ‘La flor de mi secreto’ de Almodóvar a ‘El espinazo del diablo’ de Guillermo del Toro
Bárbara Lennie conoció a Marisa Paredes tomando un café, en su casa, después de que Pedro Almodóvar la llamara para interpretar un papel en La piel que habito (2011). Había trabajado con su hija, María Isasi, en la serie Amar en tiempos revueltos, durante un año, y se habían hecho muy amigas. Ella fue quien le aconsejó que se reuniera con su madre, para entonces ‘especialista’ en trabajar con el cineasta manchego tras ponerse a sus órdenes en Entre tinieblas, Tacones lejanos, La flor de mi secreto, Todo sobre mi madre y Hable con ella. Lennie recuerda con cariño a elDiario.es cómo fue su primer encuentro con la intérprete, fallecida este martes a los 78 años.
“Marisa tenía ese personaje tan armado de sí misma que siempre te despistaba”, describe, “pero luego era muy cariñosa, muy atenta. Se enteraba de todo, a veces creías que estaba en su mundo, pero no, era una mujer muy inteligente e intuitiva. Me dijo cosas importantes, la verdad”. En aquella charla le contó su experiencia junto al director y le recomendó que, sobre todo, se “relajara”: “Yo estaba muy nerviosa y asustada y me dijo que todo iba a estar bien”.
Nueve años después, sus caminos volvieron a unirse en pantalla gracias a Petra, la película de Jaime Rosales en la que interpretaban a una madre y una hija, con una relación complicada. El último papel protagonista de Paredes. “Para ella fue un reto muy importante”, señala Lennie, tanto por el peso de su personaje como su capacidad de adaptación al código del director que, según explica, “estaba bastante alejado de su zona de confort”.
“Marisa afrontó ese reto con una humildad, una entrega y una fragilidad que a mí me dejó muy impresionada, porque pensaba: ”’¡Qué necesidad tiene una mujer como esta de meterse en semejante lío!, y de otra vez sentir que no sabes hacer las cosas’“, reivindica la actriz. ”Lo hizo porque era una artista y porque le gustaba seguir investigando“, aplaude.
Bárbara Lennie y Marisa Paredes, en el rodaje de ‘Petra’
Lennie describe como “preciosa” la experiencia que el filme le permitió vivir junto a ella. Eso sí, en pantalla, el vínculo entre los alter ego de ambas era “complicado, lleno de secretos y desconfianzas mutuas”.
Además, Rosales, durante el rodaje, no las dejaba intercambiar palabra. “Él tiene muchas normas y una de ellas es que las actrices se juntan solo para rodar. Durante el resto de horas no podíamos compartir mucho”, expresa. Eso sí, al regresar al hotel, “agotadas”, sí que contaban con su propio ritual: “Fumábamos 25 cigarrillos y bebíamos 25 vinos para que se nos bajara la tensión. Ahí fue donde más pudimos charlar. Fue muy bonito”.
Las dos actrices, madre e hija en pantalla, en el Zinemaldia
Lo más divertido llegó después, en la promoción, donde viajaron juntas tanto al Festival de Cannes en el que se presentó la película como posteriormente al Festival de San Sebastián. “Marisa era la mejor compañera de fiesta posible, mucho más que muchas jóvenes. Mucho más punki, mucho más singular, más única que mucha gente que cree que lo es. Marisa lo tenía en la sangre”, destaca.
“Una mujer singular”
Más allá de su talento y carrera como actriz, Lennie subraya que lo “más inspirador” de Paredes fue que “hacía lo que le daba la gana y hoy es tan difícil hacer y decir lo que una quiere… Ella lo llevaba hasta el final. No se cortaba”. “Es verdad que a veces se le venía en contra, pero es lo que tiene decir las cosas que uno piensa, que a veces molesta”, indica. De ahí a que destaque como la intérprete ha mantenido su “genialidad” durante los años: “Ha conseguido construir una carrera siendo una mujer singular”.
“Ahora que parece tan difícil tener cierta personalidad, y todos estamos bajo filtros muy aburridos, para mí lo más importante de ella es eso. Que mantuvo su persona, su integridad, su viaje, su estilo, su cara, su cuerpo”, concluye. Las actrices se conocieron tomando un café antes de rodar ‘La piel que habito’ de Almodóvar y, años más tarde, rodaron juntas ‘Petra’ de Jaime Rosales, el último papel protagonista de la artista fallecidaMuere la actriz Marisa Paredes a los 78 años
Cinco películas para recordar a Marisa Paredes, de ‘La flor de mi secreto’ de Almodóvar a ‘El espinazo del diablo’ de Guillermo del Toro
Bárbara Lennie conoció a Marisa Paredes tomando un café, en su casa, después de que Pedro Almodóvar la llamara para interpretar un papel en La piel que habito (2011). Había trabajado con su hija, María Isasi, en la serie Amar en tiempos revueltos, durante un año, y se habían hecho muy amigas. Ella fue quien le aconsejó que se reuniera con su madre, para entonces ‘especialista’ en trabajar con el cineasta manchego tras ponerse a sus órdenes en Entre tinieblas, Tacones lejanos, La flor de mi secreto, Todo sobre mi madre y Hable con ella. Lennie recuerda con cariño a elDiario.es cómo fue su primer encuentro con la intérprete, fallecida este martes a los 78 años.
“Marisa tenía ese personaje tan armado de sí misma que siempre te despistaba”, describe, “pero luego era muy cariñosa, muy atenta. Se enteraba de todo, a veces creías que estaba en su mundo, pero no, era una mujer muy inteligente e intuitiva. Me dijo cosas importantes, la verdad”. En aquella charla le contó su experiencia junto al director y le recomendó que, sobre todo, se “relajara”: “Yo estaba muy nerviosa y asustada y me dijo que todo iba a estar bien”.
Nueve años después, sus caminos volvieron a unirse en pantalla gracias a Petra, la película de Jaime Rosales en la que interpretaban a una madre y una hija, con una relación complicada. El último papel protagonista de Paredes. “Para ella fue un reto muy importante”, señala Lennie, tanto por el peso de su personaje como su capacidad de adaptación al código del director que, según explica, “estaba bastante alejado de su zona de confort”.
“Marisa afrontó ese reto con una humildad, una entrega y una fragilidad que a mí me dejó muy impresionada, porque pensaba: ”’¡Qué necesidad tiene una mujer como esta de meterse en semejante lío!, y de otra vez sentir que no sabes hacer las cosas’“, reivindica la actriz. ”Lo hizo porque era una artista y porque le gustaba seguir investigando“, aplaude.
Bárbara Lennie y Marisa Paredes, en el rodaje de ‘Petra’
Lennie describe como “preciosa” la experiencia que el filme le permitió vivir junto a ella. Eso sí, en pantalla, el vínculo entre los alter ego de ambas era “complicado, lleno de secretos y desconfianzas mutuas”.
Además, Rosales, durante el rodaje, no las dejaba intercambiar palabra. “Él tiene muchas normas y una de ellas es que las actrices se juntan solo para rodar. Durante el resto de horas no podíamos compartir mucho”, expresa. Eso sí, al regresar al hotel, “agotadas”, sí que contaban con su propio ritual: “Fumábamos 25 cigarrillos y bebíamos 25 vinos para que se nos bajara la tensión. Ahí fue donde más pudimos charlar. Fue muy bonito”.
Las dos actrices, madre e hija en pantalla, en el Zinemaldia
Lo más divertido llegó después, en la promoción, donde viajaron juntas tanto al Festival de Cannes en el que se presentó la película como posteriormente al Festival de San Sebastián. “Marisa era la mejor compañera de fiesta posible, mucho más que muchas jóvenes. Mucho más punki, mucho más singular, más única que mucha gente que cree que lo es. Marisa lo tenía en la sangre”, destaca.
“Una mujer singular”
Más allá de su talento y carrera como actriz, Lennie subraya que lo “más inspirador” de Paredes fue que “hacía lo que le daba la gana y hoy es tan difícil hacer y decir lo que una quiere… Ella lo llevaba hasta el final. No se cortaba”. “Es verdad que a veces se le venía en contra, pero es lo que tiene decir las cosas que uno piensa, que a veces molesta”, indica. De ahí a que destaque como la intérprete ha mantenido su “genialidad” durante los años: “Ha conseguido construir una carrera siendo una mujer singular”.
“Ahora que parece tan difícil tener cierta personalidad, y todos estamos bajo filtros muy aburridos, para mí lo más importante de ella es eso. Que mantuvo su persona, su integridad, su viaje, su estilo, su cara, su cuerpo”, concluye.
Bárbara Lennie conoció a Marisa Paredes tomando un café, en su casa, después de que Pedro Almodóvar la llamara para interpretar un papel en La piel que habito (2011). Había trabajado con su hija, María Isasi, en la serie Amar en tiempos revueltos, durante un año, y se habían hecho muy amigas. Ella fue quien le aconsejó que se reuniera con su madre, para entonces ‘especialista’ en trabajar con el cineasta manchego tras ponerse a sus órdenes en Entre tinieblas, Tacones lejanos, La flor de mi secreto, Todo sobre mi madre y Hable con ella. Lennie recuerda con cariño a elDiario.es cómo fue su primer encuentro con la intérprete, fallecida este martes a los 78 años.
“Marisa tenía ese personaje tan armado de sí misma que siempre te despistaba”, describe, “pero luego era muy cariñosa, muy atenta. Se enteraba de todo, a veces creías que estaba en su mundo, pero no, era una mujer muy inteligente e intuitiva. Me dijo cosas importantes, la verdad”. En aquella charla le contó su experiencia junto al director y le recomendó que, sobre todo, se “relajara”: “Yo estaba muy nerviosa y asustada y me dijo que todo iba a estar bien”.
Nueve años después, sus caminos volvieron a unirse en pantalla gracias a Petra, la película de Jaime Rosales en la que interpretaban a una madre y una hija, con una relación complicada. El último papel protagonista de Paredes. “Para ella fue un reto muy importante”, señala Lennie, tanto por el peso de su personaje como su capacidad de adaptación al código del director que, según explica, “estaba bastante alejado de su zona de confort”.
“Marisa afrontó ese reto con una humildad, una entrega y una fragilidad que a mí me dejó muy impresionada, porque pensaba: ”’¡Qué necesidad tiene una mujer como esta de meterse en semejante lío!, y de otra vez sentir que no sabes hacer las cosas’“, reivindica la actriz. ”Lo hizo porque era una artista y porque le gustaba seguir investigando“, aplaude.
Lennie describe como “preciosa” la experiencia que el filme le permitió vivir junto a ella. Eso sí, en pantalla, el vínculo entre los alter ego de ambas era “complicado, lleno de secretos y desconfianzas mutuas”.
Además, Rosales, durante el rodaje, no las dejaba intercambiar palabra. “Él tiene muchas normas y una de ellas es que las actrices se juntan solo para rodar. Durante el resto de horas no podíamos compartir mucho”, expresa. Eso sí, al regresar al hotel, “agotadas”, sí que contaban con su propio ritual: “Fumábamos 25 cigarrillos y bebíamos 25 vinos para que se nos bajara la tensión. Ahí fue donde más pudimos charlar. Fue muy bonito”.
Lo más divertido llegó después, en la promoción, donde viajaron juntas tanto al Festival de Cannes en el que se presentó la película como posteriormente al Festival de San Sebastián. “Marisa era la mejor compañera de fiesta posible, mucho más que muchas jóvenes. Mucho más punki, mucho más singular, más única que mucha gente que cree que lo es. Marisa lo tenía en la sangre”, destaca.
Más allá de su talento y carrera como actriz, Lennie subraya que lo “más inspirador” de Paredes fue que “hacía lo que le daba la gana y hoy es tan difícil hacer y decir lo que una quiere… Ella lo llevaba hasta el final. No se cortaba”. “Es verdad que a veces se le venía en contra, pero es lo que tiene decir las cosas que uno piensa, que a veces molesta”, indica. De ahí a que destaque como la intérprete ha mantenido su “genialidad” durante los años: “Ha conseguido construir una carrera siendo una mujer singular”.
“Ahora que parece tan difícil tener cierta personalidad, y todos estamos bajo filtros muy aburridos, para mí lo más importante de ella es eso. Que mantuvo su persona, su integridad, su viaje, su estilo, su cara, su cuerpo”, concluye.
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