Era la primera vez que María del Monte acudía a La Revuelta. No iba a presentar nada, ni a hablar de su futuro laboral, porque a ella lo del pasado y el futuro, mejor ni mentarlo. Iba a divertirse, y es lo que hizo. Se comió, casi literalmente, a David Broncano que no esperaba encontrarse con una María del Monte así Leer Era la primera vez que María del Monte acudía a La Revuelta. No iba a presentar nada, ni a hablar de su futuro laboral, porque a ella lo del pasado y el futuro, mejor ni mentarlo. Iba a divertirse, y es lo que hizo. Se comió, casi literalmente, a David Broncano que no esperaba encontrarse con una María del Monte así Leer
Presentó David Broncano a María del Monte como «la reina de las sevillanas» y como «la Aitana de los años 80″. Y es que tener a María del Monte en La Revuelta, quieras o no, era algo extraño. Primero, porque la cantante es poco habitual de este tipo de programas donde nunca sabes lo que puede ocurrir. Y, segundo, porque creemos —mal creído— que María del Monte es un perfil más de Canal Sur o de Con T de Tarde, si es que todavía existiese el programa. Pero con rostros que han caminado por todos los caminos por los que uno puede andar, nunca sabes lo que puede ocurrir. David Broncano se encontró con una María del Monte que, primero, le dejó patitieso a él y, después, nos dejó patitiesos al resto.
Fue Candela Peña la que sirvió de telonera (¡y qué telonera!), pues ni preparándose una entrada espectacular, David Broncano podría haber superado la manera en que Candela Peña presentó a María del Monte. «Esto es historia de España», decía David Broncano refiriéndose a la idea de tener a María del Monte y a Candela Peña sobre el mismo escenario. «Pero, ¿viene a presentar un disco? ¡Qué maravilla!», decía Candela Peña completamente emocionada ante la oportunidad de encontrarse con María del Monte, con la que guarda una historia que anoche no quiso revelar. Una llamada de teléfono entre ambas en la que la una se entregó a la otra para siempre y de la cual ninguna de las dos quiso decir ni media sobre su contenido. Empezaba bien la cosa para David Broncano.
Por noches como la de este miércoles en La Revuelta queda claro que David Broncano tiene una capacidad que pocos presentadores tienen, que es dejar que el invitado haga cuando el invitado quiere hacer. Si no logra llegar a él, que sea él el que coja el volante. Y lo hace sin despeinarse, sin abruptos, sin aspavientos. Anoche, a María del Monte la dejó hacer. ¿Y sabes lo que pasó? Que surgió una María del Monte a la que no estamos acostumbrados. Una María del Monte vacilona, chistosa, entregada al formato de La Revuelta, dicharachera, cortante cuando tocaba, dispuesta cuando correspondía… Ella dijo que había ido a La Revuelta para pasárselo bien porque en realidad no tenía nada que presentar, y eso es lo que hizo. Y se acabó.
Entró al escenario de La Revuelta con una Candela Peña en modo groupie, como si estuviera subiéndose al escenario el mismísimo Bon Jovi. Llegó María del Monte con un black total look, con su chaleco de cócteles —»¿quieres que te sirva algo?»—, con sus mocasines adornados con sus iniciales y procedió a entregarle a David Broncano los regalos que los invitados siempre llevan al presentador, y comenzó la fiesta, la que David Broncano no se esperaba que fuera a despertar la mismísima María del Monte.
Lo primero que sacó de la bolsa fue una camiseta con su rostro dibujado cubierto por un mantón con los colores de la bandera LGTBIQ+ y con un mensaje escrito: «Soy una más de vosotros». «Para que te lo pongas en el próximo Orgullo», le dijo la artista a David Broncano. No sé si muchos o pocos se percataron de un detalle, de esa camiseta y de ese mensaje. El regalo a David Broncano era mucho más que un simple regalo, era una reivindicación de María del Monte a todos los que criticaron su salida del armario y su posterior «no quiero hablar más de ello». Pues sin hablar más de ello… «soy una más de vosotros».
Le llevó también un llavero, preocupada ella por todos los cacharros que rodean a David Broncano y la falta de espacio. Y se sacó del bolsillo un paquetito blanco, que no sabremos si alguna vez conoceremos qué contenía. Era un regalo para todo el equipo de La Revuelta, pues para María del Monte no es justo que sea David Broncano el que siempre se lleve los regalos y al resto del equipo no les toque nada. «¿Es dinero?», le preguntó el jiennense. «Puede ser», le respondió María del Monte. «Pues si es eso me lo quedo yo», le dijo Broncano. «No, tú guárdatelo y se lo das después al equipo». Sonó a madre que obliga a compartir. Muy María del Monte.
Le reclamó sentarse, porque no entiende la tonadillera esta nueva moda de querer hacer todas las entrevistas de pie. «Espera, espera, que ahora nos sentamos», le dijo David Broncano. Y hablaron del pueblo de su madre y del motivo por el que María se llama del Monte y no María de Sevilla, que es de donde ella es. Cazalla de la Sierra es el pueblo materno de María del Monte. Allí hay una virgen, la Virgen del Monte, y de ahí su nombre. «Ese pueblo fue capital de España por un año», le espetó David Broncano. «Es un pueblo donde se come y se respira muy bien. Te invito a que vengas», le lanzó la artista al presentador.
Y entonces se sentaron. Era el momento de comenzar «la entrevista seria», pero María del Monte no estaba ahí para nada serio. De hecho, lo que se suponía que iba a ir por la profesión de María del Monte —»escogí una profesión que me encanta, pero fue sin querer. Las cosas me han llegado siempre por casualidades»— derivó en hablar de plantas alucinógenas y opiáceos, que María del Monte no ha probado en su vida porque «me dan mucho miedo» y «por si me gustan…»: «Y ya a mi edad, con el jamón dado la vuelta…». Tampoco de joven, cuando María del Monte decidió trabajar, trabajar y trabajar desde bien jovencita.
¡Ojo! Lo de hablar de pasado no le va a María del Monte no vaya a ser que se cuele alguna pregunta que no guste y que no sepa esquivar el tiro. Hablar del futuro, tampoco. «El pasado genera depresión y el futuro, ansiedad», explicó la artista. Pues razón no le falta.
Entre bromas, gracias, avisos y opiáceos, la entrevista fluyó relativamente bien hasta que David Broncano llegó a las preguntas clásicas. El presentador de La Revuelta debería empezar a plantearse si le merece la pena seguir haciendo estas preguntas, pues cada vez se encuentra con más invitados que le devuelven las preguntas con buenos guantazos. María del Monte iba a ser una de ellos. Con ese tono irónico con el que se cubrió durante toda la visita a La Revuelta, María del Monte no iba a pasar por el aro.
A la pregunta del dinero, bueno, María del Monte salió del embolado y David Broncano, también. «Aunque antes tenía más, con el que tengo ahora, tengo bastante», le respondió la cantante. Y es que María del Monte no es «de guardar dinero», sino que prefiere «disfrutarlo con los amigos» porque «cuando te mueras, te llevas lo puesto». Recuerda: «El pasado genera depresión y el futuro, ansiedad».
«Yo desde luego con lo que menos he ganado ha sido con la venta de los discos. He ganado subiéndome encima de un escenario. De los discos me llegaba poco, no, poquísimo», continuó explicando la artista, intentando escapar de tener que dar una cifra. Pero David Broncano es de los que insiste y vuelve a insistir por si acaso cuela: «Me parece bien la historia, pero dame un dato de patrimonio». Y se llevó un «¿de patrimonio para qué?», que retumbó, aunque más iba a retumbar después.
Y llegó la pregunta de las relaciones sexuales. ¡En qué momento! A punto estuvo María del Monte de salir indemne tirando de chiste y de sus habilidades para silbar, las cuales dejaron a David Broncano anonadado. Quiso María del Monte responder al tema de follar contando el chiste de dos pajaritos, un macho y una hembra que, ¡oh, casualidades de la vida!, quieren sexo a destiempo. No le sirvió de nada a la artista, pues David Broncano siguió insistiendo y fue entonces cuando María del Monte dejó los chistes y dio paso al «chaval, te voy a comer».
«Entonces, en los últimos 30 días, que no me he olvidado…», volvió a la carga David Broncano. Y mientras el Broncano le explicaba los baremos de puntuación, María del Monte se plantaba: «No te voy a contar nada, no quiero que cojas una depresión ni crearte un trauma, ni que compares tu vida con la mía (…) Pues no te voy a puntuar nada».
«Vamos a ver, hay cosas que no se cuentan y esa no la voy a contar, por muy mono que tú seas y por muy de moda que tú estés», le soltó la artista, a la que sólo le faltó decir, «ahora vas y vuelves». Siguió insistiendo David Broncano con que al menos le dijera si había sido o no un mes. Pues ni por esas: «He pasado un buen mes porque lo voy a terminar viva, la salud es el bien más preciado que se tiene».
«Es verdad que siempre pregunto lo de follar y nunca pregunto a la gente genuinamente si están contentos y están pasando un buen momento», hizo acto de contrición David Broncano. «Exacto, eso vendría muy bien que lo preguntases. Porque la gente te pregunta a qué te dedicas, pero hay que preguntar a la gente cómo está, que es lo importante y yo estoy un 11 de bien». Y María del Monte se comió a David Broncano.
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