Una portavoz de la Comisión se ha limitado a señalar que solo replicaron las palabras de la autoridad de navegación aérea búlgara sobre la interferencia del GPS y que lo importante del incidente es que el avión aterrizó sin más percances
La UE señala a Rusia por interferir en el avión de Von der Leyen: qué son el ‘jamming’ y el ‘spoofing’ que se usan como guerra electrónica
El supuesto ataque mediante interferencias rusas que dejó sin señal GPS al avión de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, cuando se disponía a aterrizar en Bulgaria ha entrado en un extraño limbo donde nadie parece intentar ya esclarecer la procedencia después de que Bruselas y las autoridades búlgaras se apresuraran a apuntar Moscú.
Este jueves, una portavoz de la institución europea se ha limitado a señalar que solo replicaron las palabras de la autoridad de navegación aérea búlgara sobre la interferencia del GPS y que lo importante del incidente es que el avión aterrizó sin más percances en Plovdiv.
El problema es que las autoridades búlgaras han ido cambiando su versión sobre las supuestas interferencias. El martes, el primer ministro de Bulgaria, Rosen Zhelyazkov, minimizó el incidente y rebajó las acusaciones directas contra Rusia, aunque sí admitió que podría haber algún fallo técnico. “No hay necesidad de investigar la situación, porque estas perturbaciones no son amenazas híbridas ni cibernéticas. Desgraciadamente, esta es una de las consecuencias secundarias, aunque no insignificantes, de este tipo de conflictos”, dijo Zhelyazkov refiriéndose a la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
Este jueves, Zhelyazkov, en una comparecencia en el Parlamento búlgaro, afirmó que el avión de la presidenta europea solo sufrió una interrupción parcial de la señal al pasar por una zona densamente poblada. Posteriormente, el viceprimer ministro y ministro de Transportes, Grozdan Karadzhov, negó que se hubiera producido una interrupción de la señal GPS: “Según los datos empíricos, la detección por radio, los registros de nuestras agencias, civiles y militares, no hay ni un solo hecho que respalde la afirmación de que se silenciara la señal GPS que afectó al avión”, declaró Karadzhov el jueves a la cadena búlgara bTV, según recoge Politico.
Sin embargo, el Gobierno búlgaro ha dado un nuevo bandazo este jueves, cuando Zhelyazkov ha vuelto a la línea oficial sobre la guerra en Ucrania, de acuerdo con el mismo medio. También ha añadido que el hecho de que los instrumentos terrestres no detectaran ninguna interferencia no significa que los dispositivos a bordo del avión tampoco la detectaran. Asimismo, ha asegurado que ha dado instrucciones a la Autoridad de Aviación Civil “para que se ponga en contacto con la compañía aérea que opera el vuelo con el fin de realizar una comprobación adicional de los instrumentos y ordenadores del avión”.
Por otro lado, se ha desmentido la información inicial que apuntaba a que el avión estuvo dando vueltas hasta que pudo aterrizar en el aeropuerto de Plovdiv. Aunque en un primer momento se publicó que el avión estuvo dando vueltas casi una hora hasta que pudo aterrizar, la realidad es que parece que solo se retrasó su aterrizaje unos minutos. Zhelyazkov ha puntualizado este jueves en el Parlamento de su país que “tras comprobar los registros del avión no había ningún indicio de preocupación por parte del piloto. El avión permaneció cinco minutos sobrevolando la zona de espera, con una buena calidad de señal en todo momento”.
La web de seguimientos de vuelos Flightradar24 publicó un seguimiento de la trayectoria del avión de la presidenta de la Comisión apuntando que “el vuelo tenía una duración prevista de 1 hora y 48 minutos. Duró 1 hora y 57 minutos”, es decir, nueve minutos más y que “el transpondedor de la aeronave informó de una buena calidad de señal GPS desde el despegue hasta el aterrizaje”.
Tanto Eurocontrol, organismo que regula el tráfico aéreo en la UE, como la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) “estaban investigando los hechos del suceso denunciado”, pero EASA admitió en un comunicado que su informe depende de la información que les trasladen las autoridades búlgaras.
Lo que podría haber sido un incidente sin más pudo elevarse a una crisis internacional ante el contexto de máxima tensión que ha provocado la invasión rusa de Ucrania. A principios de año un grupo de países miembros de la UE pidieron por carta a la Comisión Europea que tuviera en cuenta los supuestos ataques de guerra electrónica de Rusia. Según estos países, desde la guerra provocada por Rusia, la zona que abarca el mar Báltico y los espacios aéreos de Polonia, Estonia o Finlandia, entre otros, han registrado interferencias en aviones, aeropuertos y barcos.
En este caso, el portavoz del Kremlin, Dimitry Peskov, negó el supuesto ataque al avión en el que viajaba Von der Leyen asegurando que lo publicado por Financial Times, primer medio que dio la noticia, era “incorrecto”, pero varias autoridades amplificaron el incidente. Además de las acusaciones iniciales tanto de la Comisión como del Gobierno búlgaro, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, llegó a decir que todo el continente europeo “está bajo la amenaza de los rusos” al ser preguntado por el incidente del avión de Von der Leyen.
“La amenaza de los rusos aumenta cada día. No seamos ingenuos al respecto: esto también podría afectar algún día a Luxemburgo, podría llegar a los Países Bajos. Con la última tecnología de misiles rusos, por ejemplo, la diferencia actual entre Lituania, en primera línea, y Luxemburgo, La Haya o Madrid es de entre cinco y diez minutos. Ese es el tiempo que tarda este misil en llegar a estas partes de Europa”, apuntó el secretario general de la OTAN.
El jefe de las fuerzas armadas alemanas, Carsten Breuer, explicó al Financial Times que Rusia está utilizando este tipo de tácticas para “poner a prueba” a los Estados miembros de la OTAN. El militar alemán señaló que ha sufrido dos casos parecidos de interferencia en el GPS cuando volaba en un avión militar sobre el mar Báltico y otro mientras observaba ejercicios militares en Lituania.
Mientras, como verso suelto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hizo un chiste sobre el incidente: “Nadie sabe de dónde vino, pero le quitaron la capacidad de usar su teléfono. Ya sabes, eso es algo bueno. A veces eso podría pasarme a mí, estaría muy feliz”. Una portavoz de la Comisión se ha limitado a señalar que solo replicaron las palabras de la autoridad de navegación aérea búlgara sobre la interferencia del GPS y que lo importante del incidente es que el avión aterrizó sin más percances
La UE señala a Rusia por interferir en el avión de Von der Leyen: qué son el ‘jamming’ y el ‘spoofing’ que se usan como guerra electrónica
El supuesto ataque mediante interferencias rusas que dejó sin señal GPS al avión de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, cuando se disponía a aterrizar en Bulgaria ha entrado en un extraño limbo donde nadie parece intentar ya esclarecer la procedencia después de que Bruselas y las autoridades búlgaras se apresuraran a apuntar Moscú.
Este jueves, una portavoz de la institución europea se ha limitado a señalar que solo replicaron las palabras de la autoridad de navegación aérea búlgara sobre la interferencia del GPS y que lo importante del incidente es que el avión aterrizó sin más percances en Plovdiv.
El problema es que las autoridades búlgaras han ido cambiando su versión sobre las supuestas interferencias. El martes, el primer ministro de Bulgaria, Rosen Zhelyazkov, minimizó el incidente y rebajó las acusaciones directas contra Rusia, aunque sí admitió que podría haber algún fallo técnico. “No hay necesidad de investigar la situación, porque estas perturbaciones no son amenazas híbridas ni cibernéticas. Desgraciadamente, esta es una de las consecuencias secundarias, aunque no insignificantes, de este tipo de conflictos”, dijo Zhelyazkov refiriéndose a la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
Este jueves, Zhelyazkov, en una comparecencia en el Parlamento búlgaro, afirmó que el avión de la presidenta europea solo sufrió una interrupción parcial de la señal al pasar por una zona densamente poblada. Posteriormente, el viceprimer ministro y ministro de Transportes, Grozdan Karadzhov, negó que se hubiera producido una interrupción de la señal GPS: “Según los datos empíricos, la detección por radio, los registros de nuestras agencias, civiles y militares, no hay ni un solo hecho que respalde la afirmación de que se silenciara la señal GPS que afectó al avión”, declaró Karadzhov el jueves a la cadena búlgara bTV, según recoge Politico.
Sin embargo, el Gobierno búlgaro ha dado un nuevo bandazo este jueves, cuando Zhelyazkov ha vuelto a la línea oficial sobre la guerra en Ucrania, de acuerdo con el mismo medio. También ha añadido que el hecho de que los instrumentos terrestres no detectaran ninguna interferencia no significa que los dispositivos a bordo del avión tampoco la detectaran. Asimismo, ha asegurado que ha dado instrucciones a la Autoridad de Aviación Civil “para que se ponga en contacto con la compañía aérea que opera el vuelo con el fin de realizar una comprobación adicional de los instrumentos y ordenadores del avión”.
Por otro lado, se ha desmentido la información inicial que apuntaba a que el avión estuvo dando vueltas hasta que pudo aterrizar en el aeropuerto de Plovdiv. Aunque en un primer momento se publicó que el avión estuvo dando vueltas casi una hora hasta que pudo aterrizar, la realidad es que parece que solo se retrasó su aterrizaje unos minutos. Zhelyazkov ha puntualizado este jueves en el Parlamento de su país que “tras comprobar los registros del avión no había ningún indicio de preocupación por parte del piloto. El avión permaneció cinco minutos sobrevolando la zona de espera, con una buena calidad de señal en todo momento”.
La web de seguimientos de vuelos Flightradar24 publicó un seguimiento de la trayectoria del avión de la presidenta de la Comisión apuntando que “el vuelo tenía una duración prevista de 1 hora y 48 minutos. Duró 1 hora y 57 minutos”, es decir, nueve minutos más y que “el transpondedor de la aeronave informó de una buena calidad de señal GPS desde el despegue hasta el aterrizaje”.
Tanto Eurocontrol, organismo que regula el tráfico aéreo en la UE, como la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) “estaban investigando los hechos del suceso denunciado”, pero EASA admitió en un comunicado que su informe depende de la información que les trasladen las autoridades búlgaras.
Lo que podría haber sido un incidente sin más pudo elevarse a una crisis internacional ante el contexto de máxima tensión que ha provocado la invasión rusa de Ucrania. A principios de año un grupo de países miembros de la UE pidieron por carta a la Comisión Europea que tuviera en cuenta los supuestos ataques de guerra electrónica de Rusia. Según estos países, desde la guerra provocada por Rusia, la zona que abarca el mar Báltico y los espacios aéreos de Polonia, Estonia o Finlandia, entre otros, han registrado interferencias en aviones, aeropuertos y barcos.
En este caso, el portavoz del Kremlin, Dimitry Peskov, negó el supuesto ataque al avión en el que viajaba Von der Leyen asegurando que lo publicado por Financial Times, primer medio que dio la noticia, era “incorrecto”, pero varias autoridades amplificaron el incidente. Además de las acusaciones iniciales tanto de la Comisión como del Gobierno búlgaro, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, llegó a decir que todo el continente europeo “está bajo la amenaza de los rusos” al ser preguntado por el incidente del avión de Von der Leyen.
“La amenaza de los rusos aumenta cada día. No seamos ingenuos al respecto: esto también podría afectar algún día a Luxemburgo, podría llegar a los Países Bajos. Con la última tecnología de misiles rusos, por ejemplo, la diferencia actual entre Lituania, en primera línea, y Luxemburgo, La Haya o Madrid es de entre cinco y diez minutos. Ese es el tiempo que tarda este misil en llegar a estas partes de Europa”, apuntó el secretario general de la OTAN.
El jefe de las fuerzas armadas alemanas, Carsten Breuer, explicó al Financial Times que Rusia está utilizando este tipo de tácticas para “poner a prueba” a los Estados miembros de la OTAN. El militar alemán señaló que ha sufrido dos casos parecidos de interferencia en el GPS cuando volaba en un avión militar sobre el mar Báltico y otro mientras observaba ejercicios militares en Lituania.
Mientras, como verso suelto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hizo un chiste sobre el incidente: “Nadie sabe de dónde vino, pero le quitaron la capacidad de usar su teléfono. Ya sabes, eso es algo bueno. A veces eso podría pasarme a mí, estaría muy feliz”.
El supuesto ataque mediante interferencias rusas que dejó sin señal GPS al avión de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, cuando se disponía a aterrizar en Bulgaria ha entrado en un extraño limbo donde nadie parece intentar ya esclarecer la procedencia después de que Bruselas y las autoridades búlgaras se apresuraran a apuntar Moscú.
Este jueves, una portavoz de la institución europea se ha limitado a señalar que solo replicaron las palabras de la autoridad de navegación aérea búlgara sobre la interferencia del GPS y que lo importante del incidente es que el avión aterrizó sin más percances en Plovdiv.
El problema es que las autoridades búlgaras han ido cambiando su versión sobre las supuestas interferencias. El martes, el primer ministro de Bulgaria, Rosen Zhelyazkov, minimizó el incidente y rebajó las acusaciones directas contra Rusia, aunque sí admitió que podría haber algún fallo técnico. “No hay necesidad de investigar la situación, porque estas perturbaciones no son amenazas híbridas ni cibernéticas. Desgraciadamente, esta es una de las consecuencias secundarias, aunque no insignificantes, de este tipo de conflictos”, dijo Zhelyazkov refiriéndose a la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
Este jueves, Zhelyazkov, en una comparecencia en el Parlamento búlgaro, afirmó que el avión de la presidenta europea solo sufrió una interrupción parcial de la señal al pasar por una zona densamente poblada. Posteriormente, el viceprimer ministro y ministro de Transportes, Grozdan Karadzhov, negó que se hubiera producido una interrupción de la señal GPS: “Según los datos empíricos, la detección por radio, los registros de nuestras agencias, civiles y militares, no hay ni un solo hecho que respalde la afirmación de que se silenciara la señal GPS que afectó al avión”, declaró Karadzhov el jueves a la cadena búlgara bTV, según recoge Politico.
Sin embargo, el Gobierno búlgaro ha dado un nuevo bandazo este jueves, cuando Zhelyazkov ha vuelto a la línea oficial sobre la guerra en Ucrania, de acuerdo con el mismo medio. También ha añadido que el hecho de que los instrumentos terrestres no detectaran ninguna interferencia no significa que los dispositivos a bordo del avión tampoco la detectaran. Asimismo, ha asegurado que ha dado instrucciones a la Autoridad de Aviación Civil “para que se ponga en contacto con la compañía aérea que opera el vuelo con el fin de realizar una comprobación adicional de los instrumentos y ordenadores del avión”.
Por otro lado, se ha desmentido la información inicial que apuntaba a que el avión estuvo dando vueltas hasta que pudo aterrizar en el aeropuerto de Plovdiv. Aunque en un primer momento se publicó que el avión estuvo dando vueltas casi una hora hasta que pudo aterrizar, la realidad es que parece que solo se retrasó su aterrizaje unos minutos. Zhelyazkov ha puntualizado este jueves en el Parlamento de su país que “tras comprobar los registros del avión no había ningún indicio de preocupación por parte del piloto. El avión permaneció cinco minutos sobrevolando la zona de espera, con una buena calidad de señal en todo momento”.
La web de seguimientos de vuelos Flightradar24 publicó un seguimiento de la trayectoria del avión de la presidenta de la Comisión apuntando que “el vuelo tenía una duración prevista de 1 hora y 48 minutos. Duró 1 hora y 57 minutos”, es decir, nueve minutos más y que “el transpondedor de la aeronave informó de una buena calidad de señal GPS desde el despegue hasta el aterrizaje”.
Tanto Eurocontrol, organismo que regula el tráfico aéreo en la UE, como la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA) “estaban investigando los hechos del suceso denunciado”, pero EASA admitió en un comunicado que su informe depende de la información que les trasladen las autoridades búlgaras.
Lo que podría haber sido un incidente sin más pudo elevarse a una crisis internacional ante el contexto de máxima tensión que ha provocado la invasión rusa de Ucrania. A principios de año un grupo de países miembros de la UE pidieron por carta a la Comisión Europea que tuviera en cuenta los supuestos ataques de guerra electrónica de Rusia. Según estos países, desde la guerra provocada por Rusia, la zona que abarca el mar Báltico y los espacios aéreos de Polonia, Estonia o Finlandia, entre otros, han registrado interferencias en aviones, aeropuertos y barcos.
En este caso, el portavoz del Kremlin, Dimitry Peskov, negó el supuesto ataque al avión en el que viajaba Von der Leyen asegurando que lo publicado por Financial Times, primer medio que dio la noticia, era “incorrecto”, pero varias autoridades amplificaron el incidente. Además de las acusaciones iniciales tanto de la Comisión como del Gobierno búlgaro, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, llegó a decir que todo el continente europeo “está bajo la amenaza de los rusos” al ser preguntado por el incidente del avión de Von der Leyen.
“La amenaza de los rusos aumenta cada día. No seamos ingenuos al respecto: esto también podría afectar algún día a Luxemburgo, podría llegar a los Países Bajos. Con la última tecnología de misiles rusos, por ejemplo, la diferencia actual entre Lituania, en primera línea, y Luxemburgo, La Haya o Madrid es de entre cinco y diez minutos. Ese es el tiempo que tarda este misil en llegar a estas partes de Europa”, apuntó el secretario general de la OTAN.
El jefe de las fuerzas armadas alemanas, Carsten Breuer, explicó al Financial Times que Rusia está utilizando este tipo de tácticas para “poner a prueba” a los Estados miembros de la OTAN. El militar alemán señaló que ha sufrido dos casos parecidos de interferencia en el GPS cuando volaba en un avión militar sobre el mar Báltico y otro mientras observaba ejercicios militares en Lituania.
Mientras, como verso suelto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hizo un chiste sobre el incidente: “Nadie sabe de dónde vino, pero le quitaron la capacidad de usar su teléfono. Ya sabes, eso es algo bueno. A veces eso podría pasarme a mí, estaría muy feliz”.
ElDiario.es – Internacional