Raphael ha acudido muchas veces a El Hormiguero. En la mayoría de las entrevistas el artista siempre se ha sincerado sin poner freno a ninguna de las preguntas de Pablo Motos. Sin embargo, anoche, el de Linares estaba más contenido que nunca, más ‘no voy a pisar ningún charco del que no pueda salir’ Leer Raphael ha acudido muchas veces a El Hormiguero. En la mayoría de las entrevistas el artista siempre se ha sincerado sin poner freno a ninguna de las preguntas de Pablo Motos. Sin embargo, anoche, el de Linares estaba más contenido que nunca, más ‘no voy a pisar ningún charco del que no pueda salir’ Leer
A sus 81 años, Raphael lleva tras de sí cientos y cientos de entrevistas. Cada vez que saca un disco, que comienza una gira o que presenta un documental sobre su vida, el de Linares reaparece cual hijo pródigo para las habituales promociones. El Hormiguero es uno de esos programas a los que Raphael nunca falta. Anoche, con disco prácticamente recién salido del horno, y a dos días de cerrar su gira con dos conciertos en el Wizink Center, Raphael volvió a la casa de Pablo Motos. Pero anoche, Raphael era un Raphael distinto, más comedido, más contenido, más ‘no me voy a meter en ningún charco no sea que no pueda salir’.
Fue extraño, pues Raphael no es de guardar. Siempre mantiene las formas, siempre guarda la compostura, nunca saca ningún pie del tiesto, pero siempre se arriesga cuando las preguntas no son tan de promoción como si de su historia, de su vida. Anoche, sin embargo, Raphael hizo un acto de contricción. Daba la sensación de que cada palabra y cada respuesta estaba medida y controlada. No hubo ninguna pregunta durante la entrevista en El Hormiguero que se saliera de lo habitual, pero el par que eran más de ‘mójate’, Raphael las esquivó de manera sorprendente. Como si en su cabeza pasase un angelito rondando que le dijese ‘por ahí no vayas’, ‘no caigas en la trampa’.
Faltan poco menos que 15 días para que acabe el año, una semana sólo para entrar de pleno en la Navidad y El Hormiguero sabe que Raphael es ya como las luces de Navidad, como el Belén, como la carta a los Reyes Magos. En estas fechas tú escuchas el nombre de Raphael y a la cabeza lo primero que se te viene es el tamborilero. Es como el hijo de Almendro, vuelve, a casa vuelve por Navidad…
Uno de nuestros mejores artistas del mundo acudió anoche a El Hormiguero para presentar su nuevo disco Ayer…aún, un disco que es un homenaje a la canción francesa y a sus grandes intérpretes. Con él Raphael ha querido cumplir uno de sus sueños: homenajear a artistas como Gilbert Bécaud, Charles Aznavour, Jacques Brel o la inigualable Edith Piaf. Se trata de su disco número 86, pero como señaló anoche Pablo Motos, en la cabeza de Raphael siempre fue el primero.
Raphael desveló por qué razón, pese a que siempre fue su disco soñado, nunca pudo ser hasta hoy. No hay demasiado misterio, sólo una cuestión económica. «Hasta que no vendí discos no podía hacerlo», desveló el artista. «Cuando empecé a batallar escuchaba la música que se oía en la radio y en aquella época era la canción francesa, era súper moda. Con 18 años me llamaron de Valencia para ir a celebrar las fallas con todo artistas franceses, y a mí me contrataron para abrir el concierto de Edith Piaf. Se puso mala. No llegó a Valencia. Y a los tres años fui al Olimpia con la idea de que si estaba cantaría con ella, pero estaba muerta. Toda mi vida he seguido a Edith Piaf«, relató el artista.
De hecho, el disco son las adaptaciones de todas esas canciones francesas de aquella época, pero es también el homenaje de Raphael al gorrión, a Edith Piaf con la que ha conseguido hacer incluso un dueto que anoche cuando Pablo Motos puso un extracto de la grabación de la famosa Non, je ne regrette rien, el presentador no pudo emocionarse.
Pero entonces Pablo Motos entró en materia y Raphael se puso el escudo protector. Tras ver las imágenes de esa grabación e intentar pronunciar correctamente «rien de rien», el presentador de El Hormiguero puso sobre la mesa uno de los debates que se ha abierto en las últimas semanas tras el estreno del nuevo álbum de Dani Martín y su canción Novedades Viernes, una afilada crítica a la nueva industria musical. «La música francesa era lo más top. Ahora es el reguetón. ¿Cómo lo ves?», le preguntó Pablo Motos al de Linares. Y llegó la contención de Raphael. Sonrió, soltó un mesurado «son diferentes» y se le escapó un «no me piques que lo hago», cuando Pablo Motos le indicó si él sería capaz de grabar un disco de reguetón. Podría haber dicho tantas cosas sobre esto Raphael… No dijo nada.
No fue el único momento así durante la noche. Quiso saber Pablo Motos si él iba a conciertos de otros artistas. Raphael le reveló que sólo cuando su trabajo se lo permitía y que, por norma, cuando iba a ver a algún compañero de profesión siempre se tenía que desplazar a donde estuviera, fuera el lugar que fuese. Para Raphael el mejor concierto al que ha acudido fue a uno de Elvis Presley en Las Vegas. Nada raro, pero no.
«Cuando fuiste a ver a Elvis, ¿aprendiste lo que no hay que hacer?», lanzó Pablo Motos. Y, de nuevo, el Raphael más contenido, el Raphael que cuenta hasta 10 para no decir nada que pueda provocar ningún cisma. «Yo lo que vi no lo hubiera hecho. Lo dejo ahí», dijo. Insistió Pablo Motos. Ni por esas. «No estaba para hacer y lo había conseguido todo. Yo, ojalá no tenga que pasar por eso», remató Raphael. Los charcos para otro día. Tampoco es que le hiciera falta decir mucho más, pues todo el mundo entendió lo que Raphael quiso decir, tanto con el reguetón como con Elvis.
Pero no, algo le frenaba a Raphael. Tal vez, esa necesidad de no querer molestar a nadie, de no querer provocar a nadie, de no convertirse en el centro de ninguna polémica. Pues ni siquiera cuando el presentador de El Hormiguero le preguntó por cuál era su canción favorita para cantar en un concierto, Raphael tampoco se mojó. Fue tan políticamente correcto, que hasta sonaba irreal: «Yo soy muy dado a cambiar letras y cuando he cambiado algunas, el público me ha esperado para decirme que las había cambiado. A mí como profesional me tiene que gustar la que esté cantando en ese momento. Mi obligación es cantar una por una lo mejor posible». ¡Anda que no hay canciones para elegir! Pues ni por esas.
Tampoco se mojó cuando Pablo Motos quiso saber qué es lo primero que hace cuando entra en un camerino y está solo. Fue tan comedido que, aun siendo real, sonaba a utópico. Raphael salió de la pregunta con un simple «nada», que descolocó al propio Pablo Motos. «Nada, me siento», insistió. «Veo con lo que cuento. Antes del camerino voy al lugar, al escenario. Entro por detrás. Miro, miro y miro a ver qué partido le puedo sacar a eso, qué se me ocurre, por dónde ataco». Pablo Motos, pico y pala, pico y pala.
Y la entrevista continuó de la misma manera que había empezado y había seguido. Cuando quiso saber Pablo Motos qué consejo le daría Raphael a un artista que está empezando para que tuviera el «magnetismo» y la presencia de un artista como Raphael sobre el escenario, el de Linares frenó la pregunta tan sencilla con un «si tuviera que dar clases me iría a dar clases». «Bueno… ya», respondió Pablo Motos en un nuevo intento por conseguir sacar algo más. Sacó lo justo. «Primero, no perder su personalidad. No intentar copiar, que lo que tú ofreces al público sea una cosa tuya. Es un regalo que esperas que les guste y te hagan volver. Cásate con la gente», respondió, al fin, Raphael.
Sólo al final, cuando Pablo Motos tiró de la parte personal, Raphael dio algo más. Un pellizquito, pero algo más. Fue cuando Pablo Motos desveló que a Raphael no le gusta que le llamen abuelo. Ni siquiera lo hacen sus ocho nietos. «Mis nietos han oído a todo el mundo llamarme Raphael y me llaman Raphael«, sentenció.
«Depende de la vida de cada uno, si se han cuidado o no», dijo cuando Pablo Motos sacó el tema de los abuelos que no parecen abuelos y los que parecen más abuelos de lo que realmente marca su edad. «Yo no estoy tan mal porque me he cuidado. Solo una vez no me he cuidado y me lo arreglaron. Cuando cometí las faltas que cometí y me trasplantaron y me dieron una segunda oportunidad hace ahora 22 años», afirmó. «¿22 años ya? ¿Y todo bien?», le preguntó Pablo Motos. «Fantástico». Y sanseacabó.
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