Nacido en el corazón de Estambul, sus páginas son un refugio para los amantes de la lengua sefardí en todo el mundo
Archiletras – Christmas Lottery Jackpot sold out
Si uno curiosea por los kioscos de prensa de Estambul, se encontrará con El Amaneser, el único periódico del mundo que se imprime en la actualidad íntegramente en judeoespañol o ladino. Este suplemento, editado por el Centro Sefardí de Estambul, es un testimonio vivo del idioma que hablaban los judíos expulsados por la Inquisición española a partir de 1492, una lengua que fueron sembrando en su diáspora durante más de 500 años.
Impreso a color, con 24 páginas y con una periodicidad mensual, El Amaneser se publica desde 2005. Nació con la vocación de recuperar la tradición de la prensa sefardí que florecía en la capital otomana desde mediados del siglo XIX. “También queríamos mostrar al mundo entero que todavía se puede escribir en judeoespañol”, afirma Karen Gerson, responsable del suplemento.
Gerson es una de las personalidades más empeñadas en la defensa de la cultura sefardí. De hecho, abandonó su puesto de profesora de inglés en la Universidad del Bósforo para fundar el Centro Sefardí de Estambul, que dirige desde 2003. “Como estábamos trabajando bastante, pensamos que sería bueno tener una publicación donde mostrar lo que estábamos haciendo”, explica la intelectual turca a Archiletras. Encontraron cobijo como suplemento del periódico Salom, uno de los más antiguos de Turquía y el único asociado a la comunidad judía de este país. De hecho, cuando Salom salió a la venta por primera vez en 1947, su contenido era íntegramente en ladino y no fue hasta 1983 cuando pasó a publicarse en turco.
Su nombre, símbolo de esperanza
¿Y por qué se bautizó así el suplemento? “Queríamos que fuera un amanecer para nuestra lengua, que está en peligro de extinción por el paso del tiempo y la consecuente desaparición de aquellas personas que tenían el ladino como lengua materna. En Turquía, la comunidad sefardí somos unas 15.000 personas y el país tiene 85 millones de personas”, señala Gerson.
El ladino sufre un severo abandono por parte de los jóvenes de esta comunidad, pues prefieren hablar en turco, el idioma oficial y más extendido en el país. Esta tendencia hace vislumbrar un horizonte oscuro, pero para Karen Gerson es una motivación más para dedicarse a conservar la riqueza cultural que contiene este idioma. El optimismo de Gerson se refleja en un refrán que se puede leer en cada portada del suplemento y que ya es un lema de este: “Kuando muncho eskurese es para amaneser”. En otras palabras, cuando peor están las cosas es cuando ya solo pueden ir a mejor.
Seducir a las nuevas generaciones
Consciente de la necesidad de seducir a la juventud, Gerson hizo mucha campaña durante la pandemia para reclutar a jóvenes que escribieran en El Amaneser: “Ahora tenemos bastantes, de diferentes países. Incluso hay uno que no es ni judío ni sefardí. Se llama Kenan Cruz, su padre es turco; y su madre, portuguesa. Y ha aprendido ladino maravillosamente bien”.
Este joven investigador y escritor conoció la publicación cuando estaba en el instituto y, desde 2019, publica en sus páginas artículos culturales y de viajes, así como entrevistas a personalidades del mundo sefardí. “Me intrigaron de inmediato los aspectos históricos, sociales y lingüísticos del ladino. Sentí una conexión instantánea con la lengua y empecé a estudiarla leyendo El Amaneser tan a menudo como podía”, nos cuenta Cruz.
Durante sus estudios universitarios, Cruz investigó mucho sobre la comunidad judía de Turquía, empezó a escuchar música ladina y a relacionarse con la lengua de forma más activa. Finalmente, decidió probar suerte escribiendo en ladino y así fue como se convirtió en colaborador de este singular medio.
“En muchos sentidos, puedo decir que El Amaneser y su editora, Karen, han actuado como maestros en mi viaje de aprendizaje del ladino. Escribir en esta publicación me ha dado la oportunidad de profundizar en mis conocimientos de este idioma y de relacionarme con la comunidad judía turca y la diáspora sefardí de todo el mundo”, concluye el investigador.
Otra herramienta de seducción juvenil ha sido Netflix. Gerson nos dice que, poco después de la pandemia, esta plataforma lanzó El club, una telenovela que retrata la vida de la comunidad sefardí de Estambul. Aunque la serie se desarrolla en turco, en algunos momentos, los personajes hablan en judeoespañol y estas intervenciones aparecen subtituladas. La serie ha despertado la curiosidad por esta lengua y El Amaneser ha sumado algún que otro nuevo lector que se añade a una lista que encabezan, como es natural, los judíos sefardíes de Turquía. No obstante, el impacto de esta publicación trasciende las fronteras turcas. Con la versión digital disponible poco antes de la crisis del coronavirus, el suplemento cuenta con lectores en Israel, Europa, Norteamérica y Latinoamérica. Nacido en el corazón de Estambul, sus páginas son un refugio para los amantes de la lengua sefardí en todo el mundo
Archiletras – Christmas Lottery Jackpot sold out
Si uno curiosea por los kioscos de prensa de Estambul, se encontrará con El Amaneser, el único periódico del mundo que se imprime en la actualidad íntegramente en judeoespañol o ladino. Este suplemento, editado por el Centro Sefardí de Estambul, es un testimonio vivo del idioma que hablaban los judíos expulsados por la Inquisición española a partir de 1492, una lengua que fueron sembrando en su diáspora durante más de 500 años.
Impreso a color, con 24 páginas y con una periodicidad mensual, El Amaneser se publica desde 2005. Nació con la vocación de recuperar la tradición de la prensa sefardí que florecía en la capital otomana desde mediados del siglo XIX. “También queríamos mostrar al mundo entero que todavía se puede escribir en judeoespañol”, afirma Karen Gerson, responsable del suplemento.
Gerson es una de las personalidades más empeñadas en la defensa de la cultura sefardí. De hecho, abandonó su puesto de profesora de inglés en la Universidad del Bósforo para fundar el Centro Sefardí de Estambul, que dirige desde 2003. “Como estábamos trabajando bastante, pensamos que sería bueno tener una publicación donde mostrar lo que estábamos haciendo”, explica la intelectual turca a Archiletras. Encontraron cobijo como suplemento del periódico Salom, uno de los más antiguos de Turquía y el único asociado a la comunidad judía de este país. De hecho, cuando Salom salió a la venta por primera vez en 1947, su contenido era íntegramente en ladino y no fue hasta 1983 cuando pasó a publicarse en turco.
Su nombre, símbolo de esperanza
¿Y por qué se bautizó así el suplemento? “Queríamos que fuera un amanecer para nuestra lengua, que está en peligro de extinción por el paso del tiempo y la consecuente desaparición de aquellas personas que tenían el ladino como lengua materna. En Turquía, la comunidad sefardí somos unas 15.000 personas y el país tiene 85 millones de personas”, señala Gerson.
El ladino sufre un severo abandono por parte de los jóvenes de esta comunidad, pues prefieren hablar en turco, el idioma oficial y más extendido en el país. Esta tendencia hace vislumbrar un horizonte oscuro, pero para Karen Gerson es una motivación más para dedicarse a conservar la riqueza cultural que contiene este idioma. El optimismo de Gerson se refleja en un refrán que se puede leer en cada portada del suplemento y que ya es un lema de este: “Kuando muncho eskurese es para amaneser”. En otras palabras, cuando peor están las cosas es cuando ya solo pueden ir a mejor.
Seducir a las nuevas generaciones
Consciente de la necesidad de seducir a la juventud, Gerson hizo mucha campaña durante la pandemia para reclutar a jóvenes que escribieran en El Amaneser: “Ahora tenemos bastantes, de diferentes países. Incluso hay uno que no es ni judío ni sefardí. Se llama Kenan Cruz, su padre es turco; y su madre, portuguesa. Y ha aprendido ladino maravillosamente bien”.
Este joven investigador y escritor conoció la publicación cuando estaba en el instituto y, desde 2019, publica en sus páginas artículos culturales y de viajes, así como entrevistas a personalidades del mundo sefardí. “Me intrigaron de inmediato los aspectos históricos, sociales y lingüísticos del ladino. Sentí una conexión instantánea con la lengua y empecé a estudiarla leyendo El Amaneser tan a menudo como podía”, nos cuenta Cruz.
Durante sus estudios universitarios, Cruz investigó mucho sobre la comunidad judía de Turquía, empezó a escuchar música ladina y a relacionarse con la lengua de forma más activa. Finalmente, decidió probar suerte escribiendo en ladino y así fue como se convirtió en colaborador de este singular medio.
“En muchos sentidos, puedo decir que El Amaneser y su editora, Karen, han actuado como maestros en mi viaje de aprendizaje del ladino. Escribir en esta publicación me ha dado la oportunidad de profundizar en mis conocimientos de este idioma y de relacionarme con la comunidad judía turca y la diáspora sefardí de todo el mundo”, concluye el investigador.
Otra herramienta de seducción juvenil ha sido Netflix. Gerson nos dice que, poco después de la pandemia, esta plataforma lanzó El club, una telenovela que retrata la vida de la comunidad sefardí de Estambul. Aunque la serie se desarrolla en turco, en algunos momentos, los personajes hablan en judeoespañol y estas intervenciones aparecen subtituladas. La serie ha despertado la curiosidad por esta lengua y El Amaneser ha sumado algún que otro nuevo lector que se añade a una lista que encabezan, como es natural, los judíos sefardíes de Turquía. No obstante, el impacto de esta publicación trasciende las fronteras turcas. Con la versión digital disponible poco antes de la crisis del coronavirus, el suplemento cuenta con lectores en Israel, Europa, Norteamérica y Latinoamérica.
Si uno curiosea por los kioscos de prensa de Estambul, se encontrará con El Amaneser, el único periódico del mundo que se imprime en la actualidad íntegramente en judeoespañol o ladino. Este suplemento, editado por el Centro Sefardí de Estambul, es un testimonio vivo del idioma que hablaban los judíos expulsados por la Inquisición española a partir de 1492, una lengua que fueron sembrando en su diáspora durante más de 500 años.
Impreso a color, con 24 páginas y con una periodicidad mensual, El Amaneser se publica desde 2005. Nació con la vocación de recuperar la tradición de la prensa sefardí que florecía en la capital otomana desde mediados del siglo XIX. “También queríamos mostrar al mundo entero que todavía se puede escribir en judeoespañol”, afirma Karen Gerson, responsable del suplemento.
Gerson es una de las personalidades más empeñadas en la defensa de la cultura sefardí. De hecho, abandonó su puesto de profesora de inglés en la Universidad del Bósforo para fundar el Centro Sefardí de Estambul, que dirige desde 2003. “Como estábamos trabajando bastante, pensamos que sería bueno tener una publicación donde mostrar lo que estábamos haciendo”, explica la intelectual turca a Archiletras. Encontraron cobijo como suplemento del periódico Salom, uno de los más antiguos de Turquía y el único asociado a la comunidad judía de este país. De hecho, cuando Salom salió a la venta por primera vez en 1947, su contenido era íntegramente en ladino y no fue hasta 1983 cuando pasó a publicarse en turco.
Su nombre, símbolo de esperanza
¿Y por qué se bautizó así el suplemento? “Queríamos que fuera un amanecer para nuestra lengua, que está en peligro de extinción por el paso del tiempo y la consecuente desaparición de aquellas personas que tenían el ladino como lengua materna. En Turquía, la comunidad sefardí somos unas 15.000 personas y el país tiene 85 millones de personas”, señala Gerson.
El ladino sufre un severo abandono por parte de los jóvenes de esta comunidad, pues prefieren hablar en turco, el idioma oficial y más extendido en el país. Esta tendencia hace vislumbrar un horizonte oscuro, pero para Karen Gerson es una motivación más para dedicarse a conservar la riqueza cultural que contiene este idioma. El optimismo de Gerson se refleja en un refrán que se puede leer en cada portada del suplemento y que ya es un lema de este: “Kuando muncho eskurese es para amaneser”. En otras palabras, cuando peor están las cosas es cuando ya solo pueden ir a mejor.
Seducir a las nuevas generaciones
Consciente de la necesidad de seducir a la juventud, Gerson hizo mucha campaña durante la pandemia para reclutar a jóvenes que escribieran en El Amaneser: “Ahora tenemos bastantes, de diferentes países. Incluso hay uno que no es ni judío ni sefardí. Se llama Kenan Cruz, su padre es turco; y su madre, portuguesa. Y ha aprendido ladino maravillosamente bien”.
Este joven investigador y escritor conoció la publicación cuando estaba en el instituto y, desde 2019, publica en sus páginas artículos culturales y de viajes, así como entrevistas a personalidades del mundo sefardí. “Me intrigaron de inmediato los aspectos históricos, sociales y lingüísticos del ladino. Sentí una conexión instantánea con la lengua y empecé a estudiarla leyendo El Amaneser tan a menudo como podía”, nos cuenta Cruz.
Durante sus estudios universitarios, Cruz investigó mucho sobre la comunidad judía de Turquía, empezó a escuchar música ladina y a relacionarse con la lengua de forma más activa. Finalmente, decidió probar suerte escribiendo en ladino y así fue como se convirtió en colaborador de este singular medio.
“En muchos sentidos, puedo decir que El Amaneser y su editora, Karen, han actuado como maestros en mi viaje de aprendizaje del ladino. Escribir en esta publicación me ha dado la oportunidad de profundizar en mis conocimientos de este idioma y de relacionarme con la comunidad judía turca y la diáspora sefardí de todo el mundo”, concluye el investigador.
Otra herramienta de seducción juvenil ha sido Netflix. Gerson nos dice que, poco después de la pandemia, esta plataforma lanzó El club, una telenovela que retrata la vida de la comunidad sefardí de Estambul. Aunque la serie se desarrolla en turco, en algunos momentos, los personajes hablan en judeoespañol y estas intervenciones aparecen subtituladas. La serie ha despertado la curiosidad por esta lengua y El Amaneser ha sumado algún que otro nuevo lector que se añade a una lista que encabezan, como es natural, los judíos sefardíes de Turquía. No obstante, el impacto de esta publicación trasciende las fronteras turcas. Con la versión digital disponible poco antes de la crisis del coronavirus, el suplemento cuenta con lectores en Israel, Europa, Norteamérica y Latinoamérica.
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