Tras el fulgurante éxito del Organismo de Liberación del Levante (HTS), un grupo que comenzó como una filial de Al Qaeda, las agencias occidentales de espionaje tienen que volver a evaluar los riesgos
Mohamed al Bashir, nombrado primer ministro de Siria en funciones
Hace diez días, cuando el jefe del MI6, Richard Moore, dijo en un discurso que “nunca había visto al mundo en una situación de mayor peligro”, la palabra Siria fue mencionada una sola vez. Y es que en ese momento, el terrorismo yihadista estaba en retirada en el país, pero tras el éxito fulgurante de la ofensiva rebelde, es inevitable que algunas preguntas vuelvan a plantearse.
Ahora, los jefes de las agencias de espionaje tienen que evaluar a toda velocidad a los insurgentes sirios y, en particular, al grupo predominante: el Organismo de Liberación del Levante [HTS, por las siglas en árabe de Hayat Tahrir al-Sham], clasificado por Estados Unidos y Reino Unido como una agrupación terrorista.
HTS, que en su día fue una rama siria de Al Qaeda, cortó su afiliación en 2016 y, bajo el liderazgo de Abu Mohammed al Jolani, el grupo ha tratado de proyectar una imagen moderada mientras lideraba la contraofensiva desde Idlib hasta Damasco. En una entrevista con la CNN, Al Jolani dijo que respetaría a las minorías sirias y que “nadie tiene derecho a eliminar a otro grupo”. Las primeras informaciones procedentes de Alepo sugieren que la minoría cristiana de la ciudad no se ha visto afectada tras la toma de la ciudad por el HTS hace una semana.
Entre los analistas no hay consenso sobre la forma en que el HTS ejercerá el gobierno. Como dice Edmund Fitton-Brown, que trabajó para la ONU como experto en terrorismo y figura entre los asesores principales del Counter Extremism Project, “académicos buenos y con experiencia que conocen a HTS discrepan mucho entre ellos; algunos dirán que [el HTS] es reformista y que respetará la ley; y otros, que ya están otra vez los talibanes”, en referencia al grupo islamista que ha vuelto a gobernar en Afganistán tras la retirada de Estados Unidos en 2021.
Lo cierto es que no es posible saberlo. Pero por ahora, tampoco es importante desde el punto de vista de la seguridad internacional. No está claro qué tipo de gobierno sustituirá al régimen de Al Asad, y tampoco si Al Jolani será o no la fuerza dominante. “No creo que nadie deba pecar de ingenuo, pero tampoco ser demasiado determinista en lo que se refiere a HTS”, dice H.A. Hellyer, especialista en Oriente Próximo del centro de estudios Royal United Services Institute (RUSI).
Como subrayan repetidamente los jefes de las agencias de espionaje, generar una amenaza terrorista internacional suele necesitar un tiempo de desarrollo, incluso en entornos permisivos. Tras el regreso de los talibanes al poder, a la rama afgana del Estado Islámico le llevó dos años volver a planificar atentados terroristas internacionales. Eso sí, cuando volvieron, lo hicieron con atentados graves, como la masacre de marzo durante el concierto en el Crocus City Hall de Moscú, donde mataron al menos a 130 personas.
Pero por el momento, las autoridades occidentales no creen que haya indicios de que el HTS tenga intención de involucrarse en actividades terroristas. De ahí que el miembro del consejo de ministros británico Pat McFadden sugiriera este lunes que la designación del HTS como organización terrorista (una clasificación que impide contactos formales entre el grupo y el Gobierno británico) podría ser revisada en breve. “Sería una decisión relativamente rápida”, dijo.
Una preocupación más acuciante es la posibilidad de mayor inestabilidad tras la caída de Damasco. El Estado Islámico, que en la segunda mitad de la década pasada controló franjas del este de Siria, ha reducido sus operaciones a pequeñas células, debilitado por el poderío aéreo de Occidente y por las fuerzas kurdas sirias que controlan el noreste del país, donde antiguos combatientes y simpatizantes del Estado Islámico (entre ellos, la británica Shamima Begum) viven prisioneros en cárceles y campos de detención.
No está claro cómo será la relación entre el HTS y los kurdos de Siria, pero la verdadera preocupación de las fuerzas kurdas en el noreste del país es que Turquía respalde una dura intervención militar contra ellos en medio de turbulencias generalizadas (Ankara lleva tiempo luchando con fuerza contra los separatistas kurdos dentro de Turquía). Sus militares, las Fuerzas Democráticas Sirias (el ejército de los kurdos de Siria) informaron de graves enfrentamientos en Manbij, con aviones militares turcos apoyando al Ejército Nacional Sirio, que cuenta con el respaldo del Gobierno de Recep Tayyip Erdoğan.
Al menos por el momento, Estados Unidos y Reino Unido quieren mantener la estabilidad en la región kurda. El Mando Central de Estados Unidos (también conocido como Centcom) comunicó el domingo que habían lanzado bombas en el centro de Siria contra 75 posiciones del Estado Islámico. En una referencia parcial a los kurdos, añadió que seguiría trabajando “junto a los aliados y socios de la región”.
En el noreste de Siria también hay desplegados unos 900 soldados estadounidenses como refuerzo. Pero durante su anterior presidencia, Donald Trump ya dijo en octubre de 2019 que los retiraría, a petición de Erdoğan, para que Turquía asumiera la responsabilidad en una zona de seguridad transfronteriza. Para la estabilidad de Siria otra clave va a ser la estabilidad de la política occidental.
Artículo traducido por Francisco de Zárate
Tras el fulgurante éxito del Organismo de Liberación del Levante (HTS), un grupo que comenzó como una filial de Al Qaeda, las agencias occidentales de espionaje tienen que volver a evaluar los riesgosMohamed al Bashir, nombrado primer ministro de Siria en funciones
Hace diez días, cuando el jefe del MI6, Richard Moore, dijo en un discurso que “nunca había visto al mundo en una situación de mayor peligro”, la palabra Siria fue mencionada una sola vez. Y es que en ese momento, el terrorismo yihadista estaba en retirada en el país, pero tras el éxito fulgurante de la ofensiva rebelde, es inevitable que algunas preguntas vuelvan a plantearse.
Ahora, los jefes de las agencias de espionaje tienen que evaluar a toda velocidad a los insurgentes sirios y, en particular, al grupo predominante: el Organismo de Liberación del Levante [HTS, por las siglas en árabe de Hayat Tahrir al-Sham], clasificado por Estados Unidos y Reino Unido como una agrupación terrorista.
HTS, que en su día fue una rama siria de Al Qaeda, cortó su afiliación en 2016 y, bajo el liderazgo de Abu Mohammed al Jolani, el grupo ha tratado de proyectar una imagen moderada mientras lideraba la contraofensiva desde Idlib hasta Damasco. En una entrevista con la CNN, Al Jolani dijo que respetaría a las minorías sirias y que “nadie tiene derecho a eliminar a otro grupo”. Las primeras informaciones procedentes de Alepo sugieren que la minoría cristiana de la ciudad no se ha visto afectada tras la toma de la ciudad por el HTS hace una semana.
Entre los analistas no hay consenso sobre la forma en que el HTS ejercerá el gobierno. Como dice Edmund Fitton-Brown, que trabajó para la ONU como experto en terrorismo y figura entre los asesores principales del Counter Extremism Project, “académicos buenos y con experiencia que conocen a HTS discrepan mucho entre ellos; algunos dirán que [el HTS] es reformista y que respetará la ley; y otros, que ya están otra vez los talibanes”, en referencia al grupo islamista que ha vuelto a gobernar en Afganistán tras la retirada de Estados Unidos en 2021.
Lo cierto es que no es posible saberlo. Pero por ahora, tampoco es importante desde el punto de vista de la seguridad internacional. No está claro qué tipo de gobierno sustituirá al régimen de Al Asad, y tampoco si Al Jolani será o no la fuerza dominante. “No creo que nadie deba pecar de ingenuo, pero tampoco ser demasiado determinista en lo que se refiere a HTS”, dice H.A. Hellyer, especialista en Oriente Próximo del centro de estudios Royal United Services Institute (RUSI).
Como subrayan repetidamente los jefes de las agencias de espionaje, generar una amenaza terrorista internacional suele necesitar un tiempo de desarrollo, incluso en entornos permisivos. Tras el regreso de los talibanes al poder, a la rama afgana del Estado Islámico le llevó dos años volver a planificar atentados terroristas internacionales. Eso sí, cuando volvieron, lo hicieron con atentados graves, como la masacre de marzo durante el concierto en el Crocus City Hall de Moscú, donde mataron al menos a 130 personas.
Pero por el momento, las autoridades occidentales no creen que haya indicios de que el HTS tenga intención de involucrarse en actividades terroristas. De ahí que el miembro del consejo de ministros británico Pat McFadden sugiriera este lunes que la designación del HTS como organización terrorista (una clasificación que impide contactos formales entre el grupo y el Gobierno británico) podría ser revisada en breve. “Sería una decisión relativamente rápida”, dijo.
Una preocupación más acuciante es la posibilidad de mayor inestabilidad tras la caída de Damasco. El Estado Islámico, que en la segunda mitad de la década pasada controló franjas del este de Siria, ha reducido sus operaciones a pequeñas células, debilitado por el poderío aéreo de Occidente y por las fuerzas kurdas sirias que controlan el noreste del país, donde antiguos combatientes y simpatizantes del Estado Islámico (entre ellos, la británica Shamima Begum) viven prisioneros en cárceles y campos de detención.
No está claro cómo será la relación entre el HTS y los kurdos de Siria, pero la verdadera preocupación de las fuerzas kurdas en el noreste del país es que Turquía respalde una dura intervención militar contra ellos en medio de turbulencias generalizadas (Ankara lleva tiempo luchando con fuerza contra los separatistas kurdos dentro de Turquía). Sus militares, las Fuerzas Democráticas Sirias (el ejército de los kurdos de Siria) informaron de graves enfrentamientos en Manbij, con aviones militares turcos apoyando al Ejército Nacional Sirio, que cuenta con el respaldo del Gobierno de Recep Tayyip Erdoğan.
Al menos por el momento, Estados Unidos y Reino Unido quieren mantener la estabilidad en la región kurda. El Mando Central de Estados Unidos (también conocido como Centcom) comunicó el domingo que habían lanzado bombas en el centro de Siria contra 75 posiciones del Estado Islámico. En una referencia parcial a los kurdos, añadió que seguiría trabajando “junto a los aliados y socios de la región”.
En el noreste de Siria también hay desplegados unos 900 soldados estadounidenses como refuerzo. Pero durante su anterior presidencia, Donald Trump ya dijo en octubre de 2019 que los retiraría, a petición de Erdoğan, para que Turquía asumiera la responsabilidad en una zona de seguridad transfronteriza. Para la estabilidad de Siria otra clave va a ser la estabilidad de la política occidental.
Artículo traducido por Francisco de Zárate
Tras el fulgurante éxito del Organismo de Liberación del Levante (HTS), un grupo que comenzó como una filial de Al Qaeda, las agencias occidentales de espionaje tienen que volver a evaluar los riesgos
Mohamed al Bashir, nombrado primer ministro de Siria en funciones
Hace diez días, cuando el jefe del MI6, Richard Moore, dijo en un discurso que “nunca había visto al mundo en una situación de mayor peligro”, la palabra Siria fue mencionada una sola vez. Y es que en ese momento, el terrorismo yihadista estaba en retirada en el país, pero tras el éxito fulgurante de la ofensiva rebelde, es inevitable que algunas preguntas vuelvan a plantearse.
Ahora, los jefes de las agencias de espionaje tienen que evaluar a toda velocidad a los insurgentes sirios y, en particular, al grupo predominante: el Organismo de Liberación del Levante [HTS, por las siglas en árabe de Hayat Tahrir al-Sham], clasificado por Estados Unidos y Reino Unido como una agrupación terrorista.
HTS, que en su día fue una rama siria de Al Qaeda, cortó su afiliación en 2016 y, bajo el liderazgo de Abu Mohammed al Jolani, el grupo ha tratado de proyectar una imagen moderada mientras lideraba la contraofensiva desde Idlib hasta Damasco. En una entrevista con la CNN, Al Jolani dijo que respetaría a las minorías sirias y que “nadie tiene derecho a eliminar a otro grupo”. Las primeras informaciones procedentes de Alepo sugieren que la minoría cristiana de la ciudad no se ha visto afectada tras la toma de la ciudad por el HTS hace una semana.
Entre los analistas no hay consenso sobre la forma en que el HTS ejercerá el gobierno. Como dice Edmund Fitton-Brown, que trabajó para la ONU como experto en terrorismo y figura entre los asesores principales del Counter Extremism Project, “académicos buenos y con experiencia que conocen a HTS discrepan mucho entre ellos; algunos dirán que [el HTS] es reformista y que respetará la ley; y otros, que ya están otra vez los talibanes”, en referencia al grupo islamista que ha vuelto a gobernar en Afganistán tras la retirada de Estados Unidos en 2021.
Lo cierto es que no es posible saberlo. Pero por ahora, tampoco es importante desde el punto de vista de la seguridad internacional. No está claro qué tipo de gobierno sustituirá al régimen de Al Asad, y tampoco si Al Jolani será o no la fuerza dominante. “No creo que nadie deba pecar de ingenuo, pero tampoco ser demasiado determinista en lo que se refiere a HTS”, dice H.A. Hellyer, especialista en Oriente Próximo del centro de estudios Royal United Services Institute (RUSI).
Como subrayan repetidamente los jefes de las agencias de espionaje, generar una amenaza terrorista internacional suele necesitar un tiempo de desarrollo, incluso en entornos permisivos. Tras el regreso de los talibanes al poder, a la rama afgana del Estado Islámico le llevó dos años volver a planificar atentados terroristas internacionales. Eso sí, cuando volvieron, lo hicieron con atentados graves, como la masacre de marzo durante el concierto en el Crocus City Hall de Moscú, donde mataron al menos a 130 personas.
Pero por el momento, las autoridades occidentales no creen que haya indicios de que el HTS tenga intención de involucrarse en actividades terroristas. De ahí que el miembro del consejo de ministros británico Pat McFadden sugiriera este lunes que la designación del HTS como organización terrorista (una clasificación que impide contactos formales entre el grupo y el Gobierno británico) podría ser revisada en breve. “Sería una decisión relativamente rápida”, dijo.
Una preocupación más acuciante es la posibilidad de mayor inestabilidad tras la caída de Damasco. El Estado Islámico, que en la segunda mitad de la década pasada controló franjas del este de Siria, ha reducido sus operaciones a pequeñas células, debilitado por el poderío aéreo de Occidente y por las fuerzas kurdas sirias que controlan el noreste del país, donde antiguos combatientes y simpatizantes del Estado Islámico (entre ellos, la británica Shamima Begum) viven prisioneros en cárceles y campos de detención.
No está claro cómo será la relación entre el HTS y los kurdos de Siria, pero la verdadera preocupación de las fuerzas kurdas en el noreste del país es que Turquía respalde una dura intervención militar contra ellos en medio de turbulencias generalizadas (Ankara lleva tiempo luchando con fuerza contra los separatistas kurdos dentro de Turquía). Sus militares, las Fuerzas Democráticas Sirias (el ejército de los kurdos de Siria) informaron de graves enfrentamientos en Manbij, con aviones militares turcos apoyando al Ejército Nacional Sirio, que cuenta con el respaldo del Gobierno de Recep Tayyip Erdoğan.
Al menos por el momento, Estados Unidos y Reino Unido quieren mantener la estabilidad en la región kurda. El Mando Central de Estados Unidos (también conocido como Centcom) comunicó el domingo que habían lanzado bombas en el centro de Siria contra 75 posiciones del Estado Islámico. En una referencia parcial a los kurdos, añadió que seguiría trabajando “junto a los aliados y socios de la región”.
En el noreste de Siria también hay desplegados unos 900 soldados estadounidenses como refuerzo. Pero durante su anterior presidencia, Donald Trump ya dijo en octubre de 2019 que los retiraría, a petición de Erdoğan, para que Turquía asumiera la responsabilidad en una zona de seguridad transfronteriza. Para la estabilidad de Siria otra clave va a ser la estabilidad de la política occidental.
Artículo traducido por Francisco de Zárate
ElDiario.es – Internacional