El dúo francés rinde un escrupuloso tributo a su álbum más venerado, ‘Moon Safari’Hidrogenesse canta las poesías de Álvaro Pombo y le regala una canción por su 86 cumpleaños
Al cumplirse 25 años de la publicación, en los primeros compases del año 1998, del disco Moon Safari, el dúo francés Air decidió honrar su mejor trabajo.
Siempre hay una buena excusa para que grupos veteranos caigan en este formato, habitual de estos tiempos nostálgicos, de tocarse un disco entero. Lo vimos el pasado fin de semana, con The Flaming Lips interpretando íntegro su disco de 2002, Yoshimi Battles the Pink Robots. Y así lo han hecho grupos incluso supuestamente radicales como Sonic Youth, que interpretó Daydream Nation en directo en 2011. Y también Kraftwerk, The Cure, Primal Scream o The Jesus & Mary Chain.
Como vemos, es un recurso propio de grupos más bien veteranos, que parecen buscar dos objetivos. Uno: agitar la nostalgia. Dos: demostrar que los longplays tenían sentido.
El grupo de Jean-Benoît Dunckel y Nicolas Godin —junto al batería Louis Delorme —celebrando Moon Safari ha sido una elección perfecta en la programación de Noches del Botánico, un ciclo de conciertos asentado en las tórridas noches del verano madrileño, que con buena música y en el entorno del Jardín Botánico Alfonso XIII en la Complutense, refresca la temporada.
Nicolas Godin, de Air, durante el conciertode Noches del Botánico
Los franceses han traído a Madrid el espléndido diseño escénico que han creado para esta gira: un prisma cuadrangular abierto por su cara frontal. Luces y leds iluminan las caras laterales y la trasera. En el resto, se refleja lo demás. Dentro de esta caja, los instrumentos. La batería en el centro, pero lo importante son los teclados. Los han pintado de blanco. También está la guitarra acústica y el bajo de Nicolas Godin. Este se sitúa a la derecha, como siempre. Su compañero, a la izquierda. En los grupos de música, cado cual siempre se coloca en el mismo sitio, como los matrimonios en las camas.
Los músicos vuelven a vestir de íntegramente de blanco, para honrar el traje de astronautas que les caracterizó en Moon Safari. No parece que el tiempo haya pasado por ellos. Físicamente, están igual: la misma morfología, el mismo corte de pelo. Dunckel & Godin manejan con maestría sus referencias: Kubrick, Bowie, el space-rock, el pop de los sesenta. Lo combinan con french touch y dan una cosa que se llama Air, que nadie más ha hecho salvo ellos.
En el concierto de este jueves se hecho en falta una voz invitada, algo propio de su carrera. Ellos no tienen buenas voces (pero se sacan partido con vocoders y otros efectos), así que siempre han buscado cantantes en los que apoyarse. Y así, han recurrido desde a la mismísima Françoise Hardy, pasando por Beth Hirsch, que es la voz de Moon Safari, como al cantante de Phoenix, Gordon Tracks. Eso para las grabaciones, porque en directo, se puede depslegar la fantasía. Hace dos semanas, se les unió Charli XCX para cantar Cherry Blossom Girl; pero esta vez estuvieron solos en el jardín complutense.
Solos no, porque el público coreaba sus canciones, aunque fuera entonando vocalmente melodías de teclado. Lo más bonito quizá fue escuchar Playground Love en versión instrumental, sin la voz de Gordon Tracks, y en cambio escucharla con la letra en nuestra cabeza.
Pero ni esa canción ni la que cantó Charli no es de Moon Safari, objetará el lector informado. Efectivamente. Ese disco dura 43 minutos. Air es un grupo audaz pero no tanto como para abandonar el escenario a los 43 minutos. Así que el Moon Safari Tour en realidad consta de dos sets: el primero es el disco y el segundo son algunas otras canciones escogidas de su carrera. Y, entre un set y otro, Nicolas Godin y Jean-Benoît Dunckel se dan amistosamente la mano, como si cerraran un acuerdo de Gobierno. Un acuerdo de Gobierno sobre las estrellas. Y prosigue la segunda parte, con Venus del disco Walkie Talkie, Don’t Be Light de 10 000 Hz Legend o la suprema cumbre que supone Highschool Lover, también de la banda sonora de Vírgenes suicidas.
La película de Sofia Coppola de 1999 está unida ferreamente a Air. Estas canciones llegaron poco después de Moon Safari y es difícil saber quién benefició más a quién, qué engrandeció más a qué. En Vice titularon un artículo sobre esas canciones: “A qué suena una ola de calor”. Una de esas como la que se viene a partir de mañana. Y si eres adolescente y estás encerrada en casa, no puede sonar otra cosa en tu cabeza. Aunque el periodista se refería quizá más a la fiebre que dominó el cuerpo enfermo de Jean-Benoit mientras grababa la música. De ese momento álgido e irrepetible surgen esas canciones. Una música que su público venera pero, más importante, sus compositores también: las respetan, las sienten ya inalcanzables y venerables, como las luces de los astros a millones de kilómetros luz. El dúo francés rinde un escrupuloso tributo a su álbum más venerado, ‘Moon Safari’Hidrogenesse canta las poesías de Álvaro Pombo y le regala una canción por su 86 cumpleaños
Al cumplirse 25 años de la publicación, en los primeros compases del año 1998, del disco Moon Safari, el dúo francés Air decidió honrar su mejor trabajo.
Siempre hay una buena excusa para que grupos veteranos caigan en este formato, habitual de estos tiempos nostálgicos, de tocarse un disco entero. Lo vimos el pasado fin de semana, con The Flaming Lips interpretando íntegro su disco de 2002, Yoshimi Battles the Pink Robots. Y así lo han hecho grupos incluso supuestamente radicales como Sonic Youth, que interpretó Daydream Nation en directo en 2011. Y también Kraftwerk, The Cure, Primal Scream o The Jesus & Mary Chain.
Como vemos, es un recurso propio de grupos más bien veteranos, que parecen buscar dos objetivos. Uno: agitar la nostalgia. Dos: demostrar que los longplays tenían sentido.
El grupo de Jean-Benoît Dunckel y Nicolas Godin —junto al batería Louis Delorme —celebrando Moon Safari ha sido una elección perfecta en la programación de Noches del Botánico, un ciclo de conciertos asentado en las tórridas noches del verano madrileño, que con buena música y en el entorno del Jardín Botánico Alfonso XIII en la Complutense, refresca la temporada.
Nicolas Godin, de Air, durante el conciertode Noches del Botánico
Los franceses han traído a Madrid el espléndido diseño escénico que han creado para esta gira: un prisma cuadrangular abierto por su cara frontal. Luces y leds iluminan las caras laterales y la trasera. En el resto, se refleja lo demás. Dentro de esta caja, los instrumentos. La batería en el centro, pero lo importante son los teclados. Los han pintado de blanco. También está la guitarra acústica y el bajo de Nicolas Godin. Este se sitúa a la derecha, como siempre. Su compañero, a la izquierda. En los grupos de música, cado cual siempre se coloca en el mismo sitio, como los matrimonios en las camas.
Los músicos vuelven a vestir de íntegramente de blanco, para honrar el traje de astronautas que les caracterizó en Moon Safari. No parece que el tiempo haya pasado por ellos. Físicamente, están igual: la misma morfología, el mismo corte de pelo. Dunckel & Godin manejan con maestría sus referencias: Kubrick, Bowie, el space-rock, el pop de los sesenta. Lo combinan con french touch y dan una cosa que se llama Air, que nadie más ha hecho salvo ellos.
En el concierto de este jueves se hecho en falta una voz invitada, algo propio de su carrera. Ellos no tienen buenas voces (pero se sacan partido con vocoders y otros efectos), así que siempre han buscado cantantes en los que apoyarse. Y así, han recurrido desde a la mismísima Françoise Hardy, pasando por Beth Hirsch, que es la voz de Moon Safari, como al cantante de Phoenix, Gordon Tracks. Eso para las grabaciones, porque en directo, se puede depslegar la fantasía. Hace dos semanas, se les unió Charli XCX para cantar Cherry Blossom Girl; pero esta vez estuvieron solos en el jardín complutense.
Solos no, porque el público coreaba sus canciones, aunque fuera entonando vocalmente melodías de teclado. Lo más bonito quizá fue escuchar Playground Love en versión instrumental, sin la voz de Gordon Tracks, y en cambio escucharla con la letra en nuestra cabeza.
Pero ni esa canción ni la que cantó Charli no es de Moon Safari, objetará el lector informado. Efectivamente. Ese disco dura 43 minutos. Air es un grupo audaz pero no tanto como para abandonar el escenario a los 43 minutos. Así que el Moon Safari Tour en realidad consta de dos sets: el primero es el disco y el segundo son algunas otras canciones escogidas de su carrera. Y, entre un set y otro, Nicolas Godin y Jean-Benoît Dunckel se dan amistosamente la mano, como si cerraran un acuerdo de Gobierno. Un acuerdo de Gobierno sobre las estrellas. Y prosigue la segunda parte, con Venus del disco Walkie Talkie, Don’t Be Light de 10 000 Hz Legend o la suprema cumbre que supone Highschool Lover, también de la banda sonora de Vírgenes suicidas.
La película de Sofia Coppola de 1999 está unida ferreamente a Air. Estas canciones llegaron poco después de Moon Safari y es difícil saber quién benefició más a quién, qué engrandeció más a qué. En Vice titularon un artículo sobre esas canciones: “A qué suena una ola de calor”. Una de esas como la que se viene a partir de mañana. Y si eres adolescente y estás encerrada en casa, no puede sonar otra cosa en tu cabeza. Aunque el periodista se refería quizá más a la fiebre que dominó el cuerpo enfermo de Jean-Benoit mientras grababa la música. De ese momento álgido e irrepetible surgen esas canciones. Una música que su público venera pero, más importante, sus compositores también: las respetan, las sienten ya inalcanzables y venerables, como las luces de los astros a millones de kilómetros luz.
Al cumplirse 25 años de la publicación, en los primeros compases del año 1998, del disco Moon Safari, el dúo francés Air decidió honrar su mejor trabajo.
Siempre hay una buena excusa para que grupos veteranos caigan en este formato, habitual de estos tiempos nostálgicos, de tocarse un disco entero. Lo vimos el pasado fin de semana, con The Flaming Lips interpretando íntegro su disco de 2002, Yoshimi Battles the Pink Robots. Y así lo han hecho grupos incluso supuestamente radicales como Sonic Youth, que interpretó Daydream Nation en directo en 2011. Y también Kraftwerk, The Cure, Primal Scream o The Jesus & Mary Chain.
Como vemos, es un recurso propio de grupos más bien veteranos, que parecen buscar dos objetivos. Uno: agitar la nostalgia. Dos: demostrar que los longplays tenían sentido.
El grupo de Jean-Benoît Dunckel y Nicolas Godin —junto al batería Louis Delorme —celebrando Moon Safari ha sido una elección perfecta en la programación de Noches del Botánico, un ciclo de conciertos asentado en las tórridas noches del verano madrileño, que con buena música y en el entorno del Jardín Botánico Alfonso XIII en la Complutense, refresca la temporada.

Los franceses han traído a Madrid el espléndido diseño escénico que han creado para esta gira: un prisma cuadrangular abierto por su cara frontal. Luces y leds iluminan las caras laterales y la trasera. En el resto, se refleja lo demás. Dentro de esta caja, los instrumentos. La batería en el centro, pero lo importante son los teclados. Los han pintado de blanco. También está la guitarra acústica y el bajo de Nicolas Godin. Este se sitúa a la derecha, como siempre. Su compañero, a la izquierda. En los grupos de música, cado cual siempre se coloca en el mismo sitio, como los matrimonios en las camas.
Los músicos vuelven a vestir de íntegramente de blanco, para honrar el traje de astronautas que les caracterizó en Moon Safari. No parece que el tiempo haya pasado por ellos. Físicamente, están igual: la misma morfología, el mismo corte de pelo. Dunckel & Godin manejan con maestría sus referencias: Kubrick, Bowie, el space-rock, el pop de los sesenta. Lo combinan con french touch y dan una cosa que se llama Air, que nadie más ha hecho salvo ellos.
En el concierto de este jueves se hecho en falta una voz invitada, algo propio de su carrera. Ellos no tienen buenas voces (pero se sacan partido con vocoders y otros efectos), así que siempre han buscado cantantes en los que apoyarse. Y así, han recurrido desde a la mismísima Françoise Hardy, pasando por Beth Hirsch, que es la voz de Moon Safari, como al cantante de Phoenix, Gordon Tracks. Eso para las grabaciones, porque en directo, se puede depslegar la fantasía. Hace dos semanas, se les unió Charli XCX para cantar Cherry Blossom Girl; pero esta vez estuvieron solos en el jardín complutense.
Solos no, porque el público coreaba sus canciones, aunque fuera entonando vocalmente melodías de teclado. Lo más bonito quizá fue escuchar Playground Love en versión instrumental, sin la voz de Gordon Tracks, y en cambio escucharla con la letra en nuestra cabeza.
Pero ni esa canción ni la que cantó Charli no es de Moon Safari, objetará el lector informado. Efectivamente. Ese disco dura 43 minutos. Air es un grupo audaz pero no tanto como para abandonar el escenario a los 43 minutos. Así que el Moon Safari Tour en realidad consta de dos sets: el primero es el disco y el segundo son algunas otras canciones escogidas de su carrera. Y, entre un set y otro, Nicolas Godin y Jean-Benoît Dunckel se dan amistosamente la mano, como si cerraran un acuerdo de Gobierno. Un acuerdo de Gobierno sobre las estrellas. Y prosigue la segunda parte, con Venus del disco Walkie Talkie, Don’t Be Light de 10 000 Hz Legend o la suprema cumbre que supone Highschool Lover, también de la banda sonora de Vírgenes suicidas.
La película de Sofia Coppola de 1999 está unida ferreamente a Air. Estas canciones llegaron poco después de Moon Safari y es difícil saber quién benefició más a quién, qué engrandeció más a qué. En Vice titularon un artículo sobre esas canciones: “A qué suena una ola de calor”. Una de esas como la que se viene a partir de mañana. Y si eres adolescente y estás encerrada en casa, no puede sonar otra cosa en tu cabeza. Aunque el periodista se refería quizá más a la fiebre que dominó el cuerpo enfermo de Jean-Benoit mientras grababa la música. De ese momento álgido e irrepetible surgen esas canciones. Una música que su público venera pero, más importante, sus compositores también: las respetan, las sienten ya inalcanzables y venerables, como las luces de los astros a millones de kilómetros luz.
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